Lady Silence en medio del terror y la prepotencia

Cuando veo algo que me gusta ruego después encontrar algo escrito con lo que identificarme, aunque sea para discrepar. En el caso de las series, mi primer lugar de búsqueda es la Jotdown. Esta vez hubo -casi siempre la hay- suerte. Brutal lo de Grace Morales. Para mí, reconociendo que  el personaje de Mr. Blanky es maravilloso y encantador, la preferencia va por la dama del silencio: qué cosa, por favor...

Habrán de enfrentarse a la luz del ártico, que casi los deja ciegos, y al terror definitivo, ese que los maestros de la literatura han asociado, no con las tinieblas, sino con algo peor. Lo innombrable, aquello que se sale de nuestro marco mental, por lo tanto lingüístico, y va revestido del color de la muerte: el blanco.

El artículo en cuestión de Grace, completo, está aquí.
Tampoco es manco Javier Bilbao:


Hablar de quienes no regresaron para contarlo ni dejaron apenas rastro es complicado por definición. La historia está llena —o estará, intuimos a partir de ciertos indicios— de tales ejemplos en los que la imaginación debe cubrir lo mucho que desconocemos. ¿Qué hacían dos chinos en el Londres del siglo II cuyos esqueletos fueron encontrados recientemente? ¿Y el que fue hallado en un cementerio del sur de Italia también de esa época? Desde su perspectiva los europeos serían los indígenas de extrañas costumbres; recorrieron miles de kilómetros tal vez tomando nota mentalmente de todo lo que veían, esperando a la vuelta causar asombro describiendo paisajes y paisanajes. Pero la desaparición de cualquier explorador, lejos de depreciarlo y constituir un fracaso, eleva su figura a dimensiones trágicas. Hay grandeza en las aventuras de quienes se enfrentan a los elementos y estos los arrollan, sufriendo en sus propias carnes aquel eslogan de un antiguo anuncio de calzado deportivo: «A veces la naturaleza más que como una madre se comporta como una suegra».










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