en pos del estío


Verano y humo

Ya sabemos lo que cuesta
vencer la resistencia tenaz
de dos piernas unidas
                                        el sabor
de algún aliento amargó el aire
de madrugada en nuestras fauces
y el cuerpo resultó torpe al despertar
o se quejó triste por un frío olvidado

y sin embargo
más de una vez se nos otoñizan los árboles,
brilla la calle bajo la lluvia amarilla,
damos lumbre a un paseante solitario
por el puerto
                              y silbamos una melodía
ramplona, ya tarde, cuando los veleros
mienten puertos ansiados y el aire
salino no pregunta
                                        ¿quién,
quién no teme perder lo que no ama?

Manuel Vázquez Montalbán

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