De 1913 en Berlín a 1951 en París.
Principio y fin de recorrido en esa Europa antológica, probablemente sin parangón
histórico. No tengo los suficientes conocimientos para irme a la aseveración, pero me da que en ningún momento de la historia, al menos en
Europa, ocurrió tanto y con tanta densidad. Y claro, los raros tenían
que aparecer por algún resquicio. Los extraños hasta de sí mismos, los que no
se reconocían en los grandes movimientos y tampoco eran asimilados por ellos.
Los perimetrales. Murió pronto, de un forma un tanto esperpéntica, después
de haberse bebido el agua de los floreros y de nadar en la pobreza durante
años. El reconocimiento público, aún minoritario, a posteriori.
Una historia, aunque no frecuente, nada
nueva.
La fotografía de la figura masculina es un autorretrato, allá por 1932.
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