Alejandra aborda un tema parcialmente
similar en fondo y forma al de Juan
Ramón de ayer. Y aquí no me gustaría quitar tres, ni dos ni uno:
Y sin ira
y sin hora
sin ahora
sin orar
sin arar en la memoria
sin errar en el pasaje de la noche del amor
y del amor a su espera
y nos iremos en un corazón abandonado
y nos iremos en el espacio abierto de tu mirada.
y nos iremos en un corazón que espera
amarrado al borde de un precipicio
no dibujar el itinerario
no usar la pluma
sino cuando hablen los pájaros
nada prever
para que nada no venga
y nos iremos como se va la oscuridad
en la madrugada de las plegarias infantiles.
felicidad de nuestros ojos
ávidos de peligros naturales
será como quien silba junto a un lago
silba el hecho de silbar
o canta el hecho de cantar
(una embarcación de papel atraviesa mi garganta
adentro vogan dos niños mendigos
andrajos audaces para despistar al viento
a la brújula al designio de la noche).
Alejandra Pizarnik
sin ahora
sin orar
sin arar en la memoria
sin errar en el pasaje de la noche del amor
y del amor a su espera
y nos iremos en un corazón abandonado
y nos iremos en el espacio abierto de tu mirada.
y nos iremos en un corazón que espera
amarrado al borde de un precipicio
no dibujar el itinerario
no usar la pluma
sino cuando hablen los pájaros
nada prever
para que nada no venga
y nos iremos como se va la oscuridad
en la madrugada de las plegarias infantiles.
felicidad de nuestros ojos
ávidos de peligros naturales
será como quien silba junto a un lago
silba el hecho de silbar
o canta el hecho de cantar
(una embarcación de papel atraviesa mi garganta
adentro vogan dos niños mendigos
andrajos audaces para despistar al viento
a la brújula al designio de la noche).
Alejandra Pizarnik
Me gustan sus ojos aunque me duelan. Sus
dos puntos negros abismados hacia dentro y hacia fuera. Sus ojos como una Santa
Faz del interior de su frontal; ¿o no es ahí donde se ubica el asunto? Pero de
las fotos que voy viendo suyas, hoy elegiré una donde el abismo no esté tan
presente, donde primen otros elementos, la línea del cuello, la patilla pegada
del pelo corto, el arco superciliar, la línea de la nariz, el mentón, la boca
sosteniendo el equilibrio imposible. De Julio no diré nada; tampoco de su mano
izquierda.
Yo hubiera deseado conocer a
Alejandra; no estar donde Julio, porque ese lugar no habría podido
desempeñarlo. Conocerla, aunque ocurriera como con sus ojos ahora.
Por cierto:
abismar.
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