Hoy la volvía a escuchar. Repasaba la discografía completa
del grupo y de repente apareció. Tuve que pausar lo que hacía. Luego me vino a
la cabeza: me parece recordar que por aquí ya había pasado. La busqué y,
efectivamente, había pasado: justo dos años menos seis días. Quizás
coincidencia.
Me fui a su biografía de nuevo. Se me quedó grabada como
una púa en la piel. Lo de las circunstancias de su muerte es inaudito.
Varias horas después, de vuelta a casa, unas ideas me surgían,
como a borbotones:
- La música popular -incluyo aquí al jazz- parece mantener,
junto con la poesía, un índice de mortandad prematura no equiparable con otras
artes. También de precariedad vital, genéricamente hablando.
- Hay gente que sólo trasmite vinculación a la vida
mientras la ves desempeñando su talento artístico, ese mismo que, paradójicamente,
los arrastra fuera.
Hoy veía vídeos de Mama Cash y pareciera que sólo ahí podía
vivir, cantando sus bellas melodías con esa sensibilidad tan extraña, mezcla de
Eva C. y Karen C. con una sobredosis de kilogramos. El sueño de California pasó y al final quedó qué.
Así es que he decidido ampliar aquella entrada con más de
lo mismo, con más de ella, de su finura tan prontamente finita.
Y esta última joya que no consigo incrustar
pero que la dejo enlazada y
aquí abajo:
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