Dice
Lina:
“Personalmente,
interpretar a Vivaldi -aún más siendo inéditos-, es como es como adentrarse en
el laberinto de un canal, repleto de historias, de magia y de
conocimiento. Y sentirse constantemente rodeado de un halo… quién sabe… quizá de
los que allí estuvieron.
Es entrar en la
maravilla de su universo: la exuberancia barroca en versión de derroche
veneciano, las multicolores celebraciones del Dux, el profano y carnal
carnaval, la inevitable melancolía de la ciudad del agua, el ebrio balanceo, la
belleza inenarrable, la experimentación violinística del más difícil todavía”
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