Me he traído algunos libros,
pocos. La biblioteca ya va a quedar inamovible y lo que tendré a mano
será una representación de la misma, nada baladí no tanto por la cantidad sino
por el símbolo. Los símbolos, cada vez más presentes.
Alberto es por ejemplo un símbolo. Representa muchas cosas de diferente pelaje en mi vida. Ayer
recogí este libro que estaba en este lugar, iluminando
para quien quisiera verlo: un préstamo amoroso.
García-Alix ya ha aparecido en este cuaderno antes -y en el anterior-, pero esta es la primera vez que busco obras
suyas donde aparezca
claramente lo que quiero señalar: los interiores. Alberto retrata muchas veces
en interiores que son a su vez otro retrato; todo deliberado, por supuesto,
pues el citado no es de dejar las cosas al azar, por más que lo
pueda parecer. Dejo una muestra. Respecto al exterior, no me pregunten
por qué, pero lo siento como un interior, y por ello lo incluyo. Y respecto a
la habitación -Mi habitación en Barcelona se titula-, esto:
P. Situemos la foto que abre la exposición y se
titula “Mi habitación en Barcelona” (1978). Sin saber el
lugar, yo la ubicaría en una pensión del Raval o de algún lugar cercano ¿Es así?
R. Sí, de hecho era una
habitación del antiguo hotel del Pi. Durante dos semanas
pernocté en aquella habitación.
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