En tu diálogo interior en el reino
de la duermevela trascurre el discurso con una fluidez armoniosa, un ajuste en
los vocablos, una sintaxis precisa. Es nítida la visión, despojada de ruidos y
asumida como epifanía, como revelación laica. Descendió la claridad de
entendimiento al mundo de la confusión y durante un tiempo el diálogo
gradualmente va disolviendo la maraña cotidiana hasta quedar un fluido
transparente con un ligero brillo de luz primaveral.
El resto, como siempre, donde Jon.
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