No conocía a este señor hasta
que me lo descubrieron hace dos días -el autodidactismo es lo que tiene-. Y
creo que se me convierte de un día para otro en un poeta de cabecera. Su primer
párrafo me parece sublime; y, además, es algo que hoy, otra mañana más de
resaca somnífera -que no etílica-, volví a pensar mientras regaba las plantas,
que ya estaban ahí, como esperando; pero no: simplemente estaban.
El
poema
Amaneces y echas una mirada: ya todo está ahí, el
árbol y la serpiente y la piedra y el sol. Nada te estuvo esperando. Nada se
vuelve para mirarte, ninguna cosa te pregunta nada, todo permanece y sigue su
camino.
Y
entonces, por un rencor más profundo, vaya uno a saber por qué, tú también te
pones- a crear algo de lodo, de sueño, de puro aliento, de lo que se te ocurra,
algo tuyo, según tu antojo. Lo sueltas al mundo y temes, no sabes si va a
aprender a caminar, a hablar, si va a sobrevivir.
Y
si eso ocurre, y ocurre rara vez, pronto aquella cosa tuya, por ti creada,
empieza a caminar por el mundo, pero a su propio antojo.
¿Te
gusta eso entonces?
Vasko Popa
Traducción de Dubravka Suznjevic
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