Es magnífico el pájaro:
El analista y crítico de arte inglés Ian Chilvers,2 define a Bouguereau como pintor de «retratos de aspecto fotográfico, obras religiosas hábiles y sentimentales y desnudos tímidamente eróticos»,3 como un bello prototipo del dominio de las técnicas pictóricas academicistas y de las claves sociales de la hipocresía burguesa.c
Pintor de indudables dotes e influencia social mientras vivió, Bouguereau fue —como explican Edward Lucie-Smith y Stephen F. Eisenman en sendos estudios de la historia crítica de la pintura del siglo XX— uno de los más hábiles artistas de su época a la hora de pintar lo que el burgués quería mirar: mujeres hermosas y rotundas, tiernas adolescentes, niñas pobres encantadoras y muy limpias.4 Concluye Eisenman, que contemplando sus cuadros, el burgués más ignorante entendía la fastuosidad de la mitología clásica y llegaba a la tranquilizadora conclusión de que la vida del campesino es el jardín del Edén.5
De carácter beligerante desde niño y soberbio desde sus primeros éxitos oficiales —según relatan sus biógrafos—, Bouguereau se convirtió en un enemigo temible y despiadado con todo aquel que no viese y reconociese su esfuerzo artístico con la referida 'mirada burguesa neutra'.6 Cezanne lamentó en cierta ocasión haber sido excluido del «Salón de Monsieur Bouguereau» (refiriéndose a la anual convocatoria de la Academia).3
Chilvers, en su Diccionario de arte, citando al escritor francés J.-K. Huysmans, concluye sobre Bouguereau: «condenado durante años como maestro en la jerarquía de la mediocridad y enemigo de todas las ideas progresistas», recuperó en el último tercio del siglo XX cierto prestigio, respaldado por la edición lujosa de su obra y los altos precios alcanzados en las subastas.3d
A mí el brazo izquierdo del sátiro, la mirada de la ninfa que ese brazo trata de apartar y la composición del trío de fondo me turban, y bastante. Debe ser que pertenezco a la categoría de burgués ignorante. Y qué categoría.
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