El título de la entrada lo enuncia Roberto Álamo casi al final de la película, una de las más tristes que servidor haya visto desde hace tiempo -a los veinte minutos, quizás menos, ya estaba llorando-. En mi caso su aserto lo recojo no sólo por lo que alude el protagonista, sino por la película misma, una hipertrofia que delata que ya no hay manera de volver a aquello original, porque aquello ya no existe ni existirá de nuevo jamás. Aquello pasó. Cuando los cómicos en el sentido primigenio, en el sentido de El viaje a ninguna parte, han cesado su existencia y el relevo está formado por los cómicos de monólogo y cadena de televisión, la emulsión se rompe: no liga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario