Cuando a los veinte me casé
era todo tan distinto, tan nuevo,un piso en la ciudad, un marido muy cabal.
Él parecía disfrutar
con nuestra vida en orden,
saliendo una noche cada mes, yendo al cine Capitol.
Cómo pude equivocarme así,
parecía tan serio y tan formal.
Un buen día empezó a apostar:
el casino, las carreras, el bingo.
Sin miramiento se gastó cuanto había en nuestro hogar.
Cómo pude equivocarme así,
parecía tan serio y tan formal.
La enciclopedia, el mueble-bar,
todo se nos fue en el juego,
no queda ni ese equipo musical tan bonito del salón.
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