El
deporte de élite, ese gran fagocitador de individuos que no pueden responder
con la misma voracidad pantagruélica a las demandas que exige más allá del mero
hecho deportivo. Con los ojos incapaces de leer con detenimiento, borrosas las
letras:
En
un club perseguido por la tragedia, el desenlace de la desaparición de Lalo García no
podía haber sido más dramático. En un pequeño embarcadero pegado al Pabellón
Pisuerga de Valladolid, unos piragüistas alcanzaron a ver un cuerpo flotando,
vestido con un chándal, con unas zapatillas deportivas de la talla 46, la ropa
que llevaba el ex jugador el día de su desaparición 27 días atrás. El río lo
devolvió al lugar en el que seguramente fue feliz por última vez, el lugar de
sus hazañas, donde una camiseta colgada con su número, el 5, recuerda los días
de gloria de un deportista de los de antes, de un hombre de club, del suyo y de
ninguno más, porque los 13 años profesionales de Lalo García se consumieron en
ese pabellón y en ese club.
Fue la época dorada del Baloncesto
Valladolid, del equipo de Lalo, del equipo de Oscar Schmidt, Sabonis, Homicius
y Tijonenko, entre otros, y también el de exjugadores que fallecieron
prematuramente como Mike Schlegel (1963-2009), Dyron Nix (1967-2013), Siço
Simón (1965-2012), Sergio Luyk (1971-2008), debido a diferentes enfermedades,
incluso Carlos Montes (1965-2014), que tuvo un paso fugaz por el club y murió
en un accidente de tráfico, y Matt White (1957-2013), asesinado por su esposa
en Estados Unidos.
Habían pasado 27 días sin rastro de Lalo
García, desde que su madre Montse denunció su desaparición. “No ha podido
cometer una locura”, aseguraba con esperanza un amigo hace solo unos días,
“está loco por sus hijos y no lo ha hecho”, hablando en tiempo presente y no en
pasado para mantener a raya a la tragedia que por momentos parecía inevitable.
Pero la mala fortuna acompañó a Lalo García desde
su retirada de las canchas sin que su condición de ídolo local pudiese frenar
una caída lenta pero sin ningún respiro. El golpe casi definitivo se lo dio la intervención judicial de Fórum Filatélico en
2006, empresa acusada de estafar a más de 200.000 clientes. Lalo se había
incorporado a la entidad financiera como comercial. Su popularidad fue un
reclamo que sirvió para captar clientes. Fórum Filatélico acrecentó una cartera
de clientes que su padre, fallecido, le había legado, pero el anuncio del
cierre, de la estafa piramidal con la que la entidad se había manejado durante
casi 30 años y de los ahorros perdidos de miles de personas y de muchos amigos
suyos, además de los propios, golpeó el ánimo de un tipo que en la cancha había
sido todo fuerza y energía.
Lalo perdió gran parte de sus ahorros y la
palabra de muchos de aquellos que habían confiado en él. Divorciado en dos
ocasiones y con dos hijos pequeños, tuvo entonces que buscar trabajo. Ejerció
de comercial para una empresa de seguridad y su situación pareció mejorar. A
finales de 2014 empezó a trabajar, también de comercial, en El Corte Inglés,
tras pasar unas duras pruebas que se preparó a conciencia, y según Mike Hansen,
excompañero de equipo y portavoz de la familia, se le veía contento. Pero ni
eso, ni el apoyo constante de sus amigos o de su familia consiguieron evitar el
drama.
Lalo,
que el 20 de marzo hubiera cumplido 44 años, fue un alero de 1,87 metros. Se
incorporó al Valladolid muy joven, siendo estudiante del colegio La Salle. Pepe
Laso, entrenador en la temporada 1988-1989, le dio la alternativa en el primer
equipo, en el que formó junto a Quino Salvo, Bustos, Miguel Angel Reyes,
Alonso, Juan De la Cruz, Samuel Puente, Young y Devereaux. Destacó con la
selección española júnior, con la que fue medalla de bronce en el Europeo de
1990, y fue ocho veces internacional absoluto. En 1991 fue elegido el mejor
debutante de la temporada en la Liga ACB. Se retiró en 2001.
Fue el capitán del club de su vida, que
retiró su camiseta con el número 5 y la colgó en el techo del pabellón. Es la
única que luce allí, ni siquiera la del legendario Sabonis ocupa ese lugar.
Tras retirarse, Lalo ejerció de director deportivo del club y entrenó a los
chavales de las categorías inferiores.
La Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB)
ha decretado que la próxima jornada de competición, este fin de semana, sea de
luto, en recuerdo de Lalo García. “Es una pérdida inmensa por lo que ha
significado en el mundo del baloncesto y por todo lo que representó para el CB
Valladolid”, afirma el presidente de la ACB, Francisco Roca. La Asociación de
Baloncestistas Profesionales (ABP) califica al exjugador de “mito
eterno”. Su excompañero Nacho Martín, jugador del Estudiantes pero formado en
las categorías inferiores del Valladolid, explica: “Lalo era el jugador en el
que yo me fijaba cuando era pequeño. Es un icono de la ciudad”.
Publicado hoy en El País.
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