sábado que se levantó lunes

Talkin' to myself and feelin' old
Sometimes I'd like to quit, nothin' ever seems to fit
Hangin' around, nothin' to do but frown
Rainy days and Mondays always get me down
What I've got they used to call the blues
Nothin' is really wrong, feelin' like I don't belong
Walkin' around, some kind of lonely clown
Rainy days and Mondays always get me down
Funny, but it seems I always wind up here with you
Nice to know somebody loves me
Funny, but it seems that it's the only thing to do
Run and find the one who loves me
(The one who loves me)
What I feel has come and gone before
No need to talk it out
(Talk it out)
We know what it's all about
Hangin' around
(Hangin' around)
Nothin' to do but frown
Rainy days and Mondays always get me down
Funny, but it seems that it's the only thing to do
(Only thing to do)
Run and find the one who loves me
What I feel has come and gone before
No need to talk it out
(Talk it out)
We know what it's all about
Hangin' around
(Hangin' around)
Nothin' to do but frown
Rainy days and Mondays always get me down

Hangin' around
(Hangin' around)
Nothin' to do but frown
Rainy days and Mondays always get me down



Ayer

Ayer fue miércoles toda la mañana.
Por la tarde cambió:
se puso casi lunes,
la tristeza invadió los corazones
y hubo un claro
movimiento de pánico hacia los
tranvías
que llevan los bañistas hasta el río.

A eso de las siete cruzó el cielo
una lenta avioneta, y ni los niños
la miraron.
Se desató
el frío,
alguien salió a la calle con sombrero,
ayer, y todo el día
fue igual,
ya veis,
qué divertido.
ayer y siempre ayer y así hasta ahora,
continuamente andando por las calles
gente desconocida,
o bien dentro de casa merendando
pan y café con leche, ¡qué
alegría!

La noche vino pronto y se encendieron
amarillos y cálidos faroles,
y nadie pudo
impedir que al final amaneciese
el día de hoy,
tan parecido
pero
¡tan diferente en luces y en aroma!

Por eso mismo,
porque es como os digo,
dejadme que os hable
de ayer, una vez más
de ayer: el día
incomparable que ya nadie nunca
volverá a ver jamás sobre la tierra.



Ángel González

el insomnio del creyente

Insomnio

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.

Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como
un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre
caliente de una gran vaca amarilla.

Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por
qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

De nuevo el insomnio aparece con su carga angustiosa, con su metafísica y su existencialismo. Este Dios al que Dámaso le demanda respuestas, quién será, qué será.

Doyle las gracias al ínclito A. por descubrirme a Dámaso Alonso,  primero, y guiarme después en su obra. Un autor en el que no había reparado lo más mínimo. Un claro error de bulto.

el insomnio del enano

Insomnio
De fierro,
de encorvados tirantes de enorme fierro, tiene que ser la noche,
para que no la revienten y la desfonden
las muchas cosas que mis abarrotados ojos han visto,
las duras cosas que insoportablemente la pueblan.
Mi cuerpo ha fatigado los niveles, las temperaturas, las luces:
en vagones de largo ferrocarril,
en un banquete de hombres que se aborrecen,
en el filo mellado de los suburbios,
en una quinta calurosa de estatuas húmedas,
en la noche repleta donde abundan el caballo y el hombre.
El universo de esta noche tiene la vastedad
del olvido y la precisión de la fiebre.
En vano quiero distraerme del cuerpo
y del desvelo de un espejo incesante
que lo prodiga y que lo acecha
y de la casa que repite sus patios
y del mundo que sigue hasta un despedazado arrabal
de callejones donde el viento se cansa y de barro torpe.
En vano espero
las desintegraciones y los símbolos que preceden al sueño.
Sigue la historia universal:
los rumbos minuciosos de la muerte en las caries dentales,
la circulación de mi sangre y de los planetas.
(He odiado el agua crapulosa de un charco,
he aborrecido en el atardecer el canto del pájaro.)
Las fatigadas leguas incesantes del suburbio del Sur,
leguas de pampa basurera y obscena, leguas de execración,
no se quieren ir del recuerdo.
Lotes anegadizos, ranchos en montón como perros, charcos de plata
fétida:
soy el aborrecible centinela de esas colocaciones inmóviles.
Alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires.
Creo esta noche en la terrible inmortalidad:
ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer, ningún muerto,
porque esta inevitable realidad de fierro y de barro
tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o muertos
-aunque se oculten en la corrupción y en los siglos-
y condenarlos a vigilia espantosa.
Toscas nubes color borra de vino inflamarán el cielo;
amanecerá en mis párpados apretados.

Jorge Luis sufría insomnio, cosa lógica leyendo su biografía. A muchos les ocurre, pero a pocos les da para describirlo con tal exactitud y belleza en las metáforas y en las imágenes. Es el precio a pagar por semejante sumatorio de talento, precocidad y biografía. A menudo, al menos a los que nos gusta escribir, nos ocurre que cuando leemos algún texto de gran calidad envidiamos -sanamente o no- haberlo escrito nosotros; no solemos pensar en el precio que paga quien lo escribió. Estos días, leyendo los avatares de la vida de Borges, me parecía que el pequeño Jorge fue una monstruosidad, un bicho raro, en ese sentido que Tod Browning describió tan maravillosa, certera y líricamente en su antológica película Freaks. En ocasiones me parecía que estaba leyendo un cuento del propio autor conforme iba desgranando su vida temporalmente, hasta llegar a su culmen, la trapecista de Hans, Cleopatra, su María Kodama. Ay Jorge, tus insomnios, tus noches viendo monstruos que tanto te atemorizarían como familiares te resultarían, tus angustias mortales, todas ellas acogidas en los pechos de la bella trapecista. Lo demás, como tú bien sabías, no era sino silencio.

de lastres e ingestas

zahorra.
(Del lat. saburra).
1. f. Mar. Lastre de una embarcación.

lastre2.
(Quizá del germ. *last, peso; cf. a. al. ant. last).
1. m. Piedra, arena, agua u otra cosa de peso que se pone en el fondo de la embarcación, a fin de que esta entre en el agua hasta donde convenga, o en la barquilla de los globos para que asciendan o desciendan más rápidamente.

zahora.
(Der. del ár. hisp. saúr, y este del ár. clás. saūr o suūr, colación que se toma en ramadán antes de que amanezca).
1. f. Man. Comilona o merienda de amigos en que hay bulla y zambra.

 zahorar.
(De zahora).
1. intr. Man. Tener o celebrar zahoras.
2. intr. desus. Sobrecenar, cenar por segunda vez, a deshora.

zambra1.
(Del ár. hisp. *zámra, y este del ár. clás. zamr, tocata1).
1. f. Fiesta que usaban los moriscos, con bulla, regocijo y baile.
2. f. Fiesta semejante de los gitanos del Sacromonte, en Granada, España.
3. f. coloq. algazara ( ruido de muchas voces).

zambra2.
(Quizá de zabra, infl. por zambra1).

1. f. desus. Cierto tipo de barco que usaban los musulmanes.

colación.
(Del lat. collatĭo, -ōnis).
1. f. Acto de colar o conferir canónicamente un beneficio eclesiástico, o de conferir un grado de universidad.
2. f. Cotejo que se hace de una cosa con otra.
3. f. Territorio o parte de vecindario que pertenece a cada parroquia en particular.
4. f. Refacción que se acostumbra a tomar por la noche en los días de ayuno.
5. f. Refacción de dulces, pastas y a veces fiambres, con que se obsequia a un huésped o se celebra algún suceso.
6. f. Conferencia o conversación que tenían los antiguos monjes sobre cosas espirituales.
7. f. Porción de cascajo, dulces, frutas u otras cosas de comer, que se daba a los criados el día de Nochebuena.
8. f. Am. Golosina hecha de masa moldeada en diferentes formas y recubierta de azúcar.

refacción.
(De refección).
1. f. Alimento moderado que se toma para reparar las fuerzas.
2. f. Compostura o reparación de lo estropeado.
3. f. Restitución que se hacía al estado eclesiástico de aquella porción con que había contribuido a los derechos reales de que estaba exento.
4. f. Gratificación que se daba a los militares en compensación del mayor precio de los víveres, a causa de la contribución de consumos, de la cual estaban exentos.
5. f. coloq. Aquello que en cualquier venta se da al comprador sobre la medida exacta, por vía de añadidura.
6. f. Cuba. Gasto que ocasiona al propietario el sostenimiento de un ingenio o de otra finca.
7. f. Hond. y Méx. recambio ( pieza para sustituir a otra igual). Llanta de refacción.

pancismo.
1. m. Tendencia o actitud de quienes acomodan su comportamiento a lo que creen más conveniente y menos arriesgado para su provecho y tranquilidad.

tristeza entendible

Es tristísimo tener espalda.
No saberme desde todos los ángulos,
no haberme mirado
desde los árboles, 
desde la tierra. 

Es tristísimo 
no poder encontrarme conmigo en la calle 
y serme presentado por un amigo. 
No saber cuántas veces 
mi perfil ha coincidido con un árbol 
ni cuántas he llenado 
el hueco de las cosas ausentes. 

Ya estoy cansado 
de estar siempre conmigo. 
Quiero estar en las cosas, 
decirme adiós 
cuando me cruce conmigo. 
Dejar de ser una mandíbula 
desconocida 
que no se cierra jamás sobre mi sombra. 
Hacer sincera mi espalda. 
Redimirme en una cruz de direcciones. 
Enseñarme a las cosas 
linealmente sincero. 

Y observarme 
desde un portal disimulado 
con una risa divertida entre mis labios. 


Jesús López Pacheco

Parece como si el anterior poema de Oliverio y este (aparecido en 1953) se concatenaran. No es de extrañar. Jesús, con 38 años, se tuvo que ir a Canadá a vivir, a poder vivir, porque aquí había lo que había; hablo de 1968, que no todo fue París. Allí quedó hasta su muerte, 30 años después. No nos hacemos una idea de los efectos del exilio, el interior, el exterior, el de ellos que se fueron, el de nosotros que estamos.

cansancio entendible

Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo brazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuantos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabrá si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola autentica,
alegre
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.


Oliverio Girondo sabía de lo que hablaba. Lo hizo acorde a su tiempo, quizás no mucho a su geografía de origen. Pero, qué es eso, el origen, sino el punto de partida, más aún en su caso, que cruzó hacia la guerrera, vieja y vanguardista Europa -si todo ello junto no constituye un disparate- tantas veces. Su biografía parece ajustarse a su poesía; ¿o es al revés? En Oliverio uno encuentra una suerte de adecuación fondo forma -de la que ya hablé en otra entrada- tranquilizadora. Además, me gusta pensar que él y Norah se amaron, porque también me gusta pensar que los dos sabían volar.

la Gastrosofía de Javier

Un servidor trata de aunar poesía y gastronomía, como si de dos vasos comunicantes se trataran, en el PxP, y ocurre que casi a la par que el comienzo de la gira por la geografía patria, Javier abre su blog al que directamente nombra Gastrosofía. Buena noticia. Más de una referencia cruzada vamos a tener; de momento nos iremos al mercado a comprar juntos todos los ingredientes del caldo el viernes de la semana que viene, que seguro que da para alguna entrada. Así que, ¡bienvenido, Javier!

PxP en La Nyora, Alicante

Por fin estrenamos el PxP en Alicante en restaurante. Antes de que acabe el mes, en La Nyora, en la calle Lonja de Caballeros, 10, junto a la Plaza de las Monjitas de la Sangre. Aquí os dejo el cartel. ¡Nos vemos en unos días!