Vimos a una mujer
morena construir el acantilado.
No más de un segundo,
como alanceada por el sol. Como
los párpados heridos
del dios, el niño premeditado
de nuestra playa
infinita. La griega, la griega,
repetían las putas del
Mediterráneo, la brisa
magistral: la que se
autodirige, como una falange
de estatuas de mármol,
veteadas de sangre y voluntad,
como un plan diabólico
y risueño sostenido por el cielo
y por tus ojos.
Renegada de las ciudades y de la República,
cuando crea que todo
está perdido a tus ojos me fiaré.
Cuando la derrota
compasiva nos convenza de lo inútil
que es seguir
luchando, a tus ojos me fiaré.
1. tr. Dar lanzadas.
2. tr. desus. zaherir.