sin suceder

Qué bien que lo describe Carlos:

LA VISITA

Después de muchos años sin escribir ninguno, ayer logré acabar otro poema. Sería más preciso el haber dicho después de muchos años sin suceder ninguno. Los poemas suceden, nos ocurren, los versos acontecen cuando quieren, sólo siguen la ley de su capricho. Los echaba de menos: eso es cierto. Me decía: Vendrán cuando piensen que a ti ya no te importan. Se cansarán de otro, ten paciencia. Pero a pesar de conocer la lógica, sin lógica ninguna, de aquello que solemos llamar inspiración, vivir sin las visitas casuales de un poema representa una forma malsana de vivir. El caso es que mandé el poema a unos amigos. Sin corregir apenas, y sin la obligatoria frialdad sentimental. Me entenderéis mejor los despechados. Aquellos que no saben vivir sin las palabras. Quería subrayar que aún estoy vivo. Qué extraña maldición: cada poema aspira a ser el último que escribas.

Carlos Marzal

y todo se extravía

Cae la nieve

Cae y cae la nieve.
Hacia las estrellitas blancas
Que la tormenta lleva aquí y allá, se extienden
Las flores del geranio en la ventana.

Cae la nieve y todo se extravía,
Todo levanta vuelo,
La curva de la esquina,
Una escalera de peldaños negros.

Cae y cae la nieve. No parecen
Copos, sino que sobre los remiendos
De una capa a la tierra descendiese
Lentamente la cúpula del cielo.

Como si con los gestos de algún extravagante,
Desde el piso de arriba,
Sigiloso, jugando a la escondida,
Bajara el cielo desde la buhardilla.

Porque la vida no espera. Un instante,
Y ya es la víspera de Nochebuena.
Luego, un breve paréntesis, y observa:
El año nuevo que de pronto llega.

Cae la nieve, densa, densa,
¿Y con su andar, sobre sus huellas,
Al mismo ritmo, con esa indolencia
O con la misma prisa con que nieva
Es el tiempo que vuela?

¿Tal vez un año a otro año sobreviene
Como cae la nieve
O como las palabras de un poema?

Cae y cae la nieve,
Cae la nieve y todo se extravía,
El peatón que encanece,
Las plantas sorprendidas,
La curva de una esquina.


Boris Pasternak

como una bola: no ni ná

Qué barbaridad. Cuesta imaginar.

calcetines de lana

Vuelvo con Pepín, como el que toma un caldo reconfortante en una noche desapacible.