cuando no se ve el sol

No me he levantado con Mayte en la cabeza pero todo apuntaba a ello. Todo. A veces todo apunta y  uno no termina de ver adónde, pero sí siente que todo apunta a algo.
Creo que hace sol. Me llamó S. hace un rato. Creo que ella tampoco lo sabe.
A moco.

Me avisaron a tiempo: ten cuidado,
mira que miente más que parpadea,
que no le va a tu modo su ralea,
que es de lo peorcito del mercado.

Que son muchas las bocas que ha besado
y a lo mejor te arrastra en su marea
y después no te arriendo la tarea
de borrar el presente y el pasado.

Pero yo me perdí por tus jardines
dejando que ladraran los mastines,
y ya bajo la zarpa de tus besos

me colgué de tu boca con locura
sin miedo de morir en la aventura,
y me caló tu amor hasta los huesos.

Rafael de León







Procuro olvidarte
siguiendo la ruta de un pájaro herido,
procuro alejarme
de aquellos lugares donde nos quisimos
me enredo en amores,
sin ganas ni fuerzas, por ver si te olvido
y llega la noche
y de nuevo comprendo
que te necesito

Procuro olvidarte
haciendo en el dia mil cosas distintas,
procuro olvidarte
pisando y contando las hojas caídas
procuro cansarme
llegar a la noche apenas sin vida
Y al ver nuestra casa,
tan sola y callada
no sé lo que haría

Lo que haría
porque estuvieras tu,
porque vinieras tu
conmigo

Lo que haría,
por no sentirme así,
por no vivir así,
perdido.

Manuel Alejandro

tres eran tres

De ancestros rusos y ucranianos, judíos y emigrantes a aquel Nueva York de finales del XIX, Jacob Gershwine, que así lo llamaron cuando nació en septiembre de 1898, tenía todas las papeletas. Me pregunto qué habría legado si el tumor de los 38 no hubiera aparecido.
Los tres preludios en tres versiones, incluyendo la de su propio compositor. Sumo una del violinista, judío también, por supuesto, y del antiguo imperio ruso, también por supuesto.