otrora

Me acompañó, me guio y, probablemente, me equivocó no hace tanto pero hace una  eternidad. Hoy me lo volví a cruzar. No diré que me deje impasible, pero ya no saja como antes. Uno de los mejores poemas que un servidor haya leído sobre el asunto, nada menor por cierto.

Habitaciones separadas

Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.
Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.
Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.
Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.
Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.
De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.
No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.
Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.
Tiempo de habitaciones separadas.

Luis García Montero

precontratos para ir a Disneylandia

PRECONTRATO

se dijo si sólo quieres follar vale pero prohibido
hablar de sexo o poesía ella pidió café él que subiera
mi piso está vacío colacao galletas no follaron

pasaron toda la noche en la cocina escuchando
los primeros discos de los burros la vida parecía
dar una vuelta de tuerca la costumbre de dormir solo

tenía los días contados

Pablo García Casado en Las afueras.





Sí, siempre decías: "quédate",
y al final, tú volviste a la calle.
Cuero negro y ganas de beber
sin saber en qué barrio quedarte.
Disneylandia, no existe ya para ti.
No hay dinero, no, no saliste nunca de aquí.
Siempre igual, siempre estás igual.
Siempre igual, siempre estás igual.
Vueltas en la cama sin parar,
no está mal, sólo duermo más ancho.
Nadie viene nunca, ¿dónde están?
No han llamado más, no me echarán de menos.
Siempre quise largarme no estar aquí,
tú decías, sí: "Por mí vete, déjame en paz!
¡déjame!
¡Vete de una vez!
¡déjame!"
Yo rompía el tiempo sin saber
ni qué hacer, ni a qué carta quedarme.
¡Dios! La de problemas que me da
pero no está mal, si tú te vas me muero.
Me decías, por la noche a dónde iré...
cuando vuelvas, sí, cuando vuelvas te mataré.
¿Dónde estás, dónde puede estar?
¿Dónde estás, dónde puede estar?

pre uvas

Voy a retomar, aunque sea muy ocasionalmente, una vieja costumbre que abandoné al cerrar el anterior cuaderno. Se trata de transcribir mensajes. Y voy a empezar por uno mío. Es de este pasado día 31, unos veinte minutos antes de las uvas. Decía así:

"Último pensamiento elaborado antes de las uvas.
Un bar es un museo, una biblioteca y un teatro. Pero para verlo así hay que haber ido mucho previamente a ellos. No a los bares."

son nostálgico

Colgué el poema que sigue en junio de 2013. Revisando la entrada aquella, me doy cuenta de que no lo puse en su lengua original -gallego- y que el audio está inactivo. Así que borro y comienzo de nuevo. Ahí va, en las dos lenguas y con el audio de la voz de su autor.

Teño algo importante que dicir
agora que vimos de despedirnos
para sempre.
Quérote.
Crávame as unllas,
pero has de saber que tamén fun sincero
as outras mil veces.

Ela acúsame de non ter sentimentos
porque falo e falo
ou non falo.
Vai comer todas as unllas,
as súas altivas unllas escarlata.
Pero ireime.
Díxenllo e riu indiferente,
pero ireime
ou non me irei.
Chegarei a unha desas cidades,
non tan grandes como unha cidade,
onde se para o tren e xa non hai máis tren,
con monxas que se sentan nun barril de cervexa na estación,
e miles de corvos que esperan con sorna a El-Rei
ou unha cámara de cine.
Desa cidade sae un autobús
tan vello
que ten un conductor que fuma
e que fala cos viaxeiros,
xusto en cada curva,
cando chove,
e faino cada día desde sempre,
limpa o cristal coa man,
coma se estiveramos caendo,
chove tamén dentro.
E non pasa nada,
pois chegamos cando escampa,
e só pinga no autobús,
todos mollados menos os paisanos
que rin
ou non rin.
Esta xa non é cidade nin nada,
pero hai un barco panza arriba
e unha praia de area negra.
E hai tamén unha cabina de teléfono.

¿Escoitas? Estou nunha cabina.
Sí, ben.
Non, nada.
Chovía no autobús.
Só hai un bar.
Sí, teño moedas.
¿De verdade? Tamén eu.
Non, aínda non se corta.

Si sigo aquí.
Non, non estaba pensando.
Escoitaba, iso é todo.
Non sei o que dicías.
Escoitaba.
Non, non é un libro.
Son as follas da guía.
¿Sabes cal é o prefixo de Ras-Al-Khaimah?
Marcas o 07, máis 971 e logo o 77
e xa podes falar con alguén en Ras-Al-Khaimah.
Non, non é que non te escoite.
Escoito, só quero escoitarte.
Pero non me preguntes o que dis.
Non podo facer dúas cousas o mesmo tempo,
entender e pensar en ti.
Qué fácil é falar con calquera lado.
Non, non cortes por favor.
Se colgas,
chamarei a Ras-Al_Khaimah
ou a calquera lado.
Mentras ti falas, non teño frío.

El era forte e feble
como un marine ianqui.
Ela, fráxil e invencible,
como unha guerilleira do Vietcong.

Tengo algo importante que decir
ahora que venimos de despedirnos
para siempre.
Te quiero.
Clávame las uñas,
pero has de saber que también fui sincero
las otras mil veces.

Ella me acusa de no tener sentimientos
porque hablo y hablo
o no hablo.
Va a comerse todas las uñas,
sus altivas uñas escarlata.
Pero me iré.
Se lo dije y rió indiferente,
pero me iré
o no me iré.
Llegaré a una de esas ciudades,
no tan grandes como una ciudad,
donde se para el tren y ya no hay más tren,
con monjas que se sientan en un barril de cerveza en la estación,
y miles de cuervos que esperan con sorna al Rey
o una cámara de cine.
De esa ciudad sale un autobús
tan viejo
que tiene un conductor que fuma
y que habla con los viajeros,
justo en cada curva,
cuando llueve,
y lo hace cada día desde siempre,
limpia el cristal con la mano,
como si estuviéramos cayendo,
llueve también dentro.
Y no pasa nada,
pues llegamos cuando escampa,
y sólo gotea en el autobús,
todos mojados menos los paisanos
que se ríen
o no se ríen.
Esta ya no es ciudad ni nada,
pero hay un barco panza arriba
y una playa de arena negra.
Y hay también una cabina de teléfono.

¿Me escuchas? Estoy en una cabina.
Sí, bien.
No, nada.
Llovía en el autobús.
Sólo hay un bar.
Sí, tengo monedas.
¿De verdad? También yo. No, aún no se corta.
Sí sigo aquí.
No, no estaba pensando.
Escuchaba, eso es todo.
No sé qué decías. Escuchaba.
No, no es un libro.
Son las hojas de la guía.
¿Sabes cuál es el prefijo de Ras-Al-Khaimah?
Marcas el 07, más 971 y luego el 77
y ya puedes hablar con alguien en Ras-Al-Khaimah.
No, no es que no te escuche.
Escucho, sólo quiero escucharte.
Pero no me preguntes qué dices.
No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo,
entender y pensar en ti.
Qué fácil es hablar con cualquier parte.
No, no cortes por favor.
Si cuelgas,
llamaré a Ras-Al_Khaimah
o a cualquier parte.
Mientras tu hablas, no tengo frío.

Él era fuerte y débil
como un marine yanqui. 
Ella, frágil e invencible,
 
como una guerillera del Vietcong.



Manuel Rivas

grafías en el lacerante recuerdo

Conservar los mejores movimientos,
la grafía dibujada por el cuerpo.
Las palabras que hicieron temblar
a los propios labios.
Los deseos que sobrevuelan el arqueológico futuro.
Sé que es angustioso el despertar:
el óxido del agua,
el brillo hospitalario de la toalla,
el insulto ocre del amanecer.
Pero llevar sobre los hombros
la estela de la noche,
la frontera que cruzamos.

Manuel Rivas