Hace
tiempo que no traducía poemas. Requiere un ánimo, una actitud y una pausa. Yo
no le, no me otorgaba ninguna de las tres, de modo que. Hace unas semanas
comencé a pergeñar la idea de retomar viejos y buenos hábitos. Hete aquí, pues.
He hecho una versión, que es algo así como el eufemismo que usamos aquellos a
los que se nos hace imposible la tarea de traducir poesía. A ver qué tal.
Acompaño
la entrada con un corte de una película más que conocida. John Hannah, sus
ojeras, sus ojos azules y su voz quedan en la retina de la memoria.
De W. H. Auden:
Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.
Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.
He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last for ever: I was wrong.
The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood.
For nothing now can ever come to any good.
Parad todos los relojes, cortad el teléfono,
Evitad
que el perro ladre con un buen hueso,
Silenciad
los pianos y con una percusión sorda
Mostrad
el ataúd, dejad que las plañideras se acerquen.
Dejad que lo aviones giman en círculos sobre nosotros
Garabateando
en el cielo el mensaje Él Está Muerto,
Poned
crespones negros alrededor de los blancos cuellos de las palomas,
Dejad
que luzcan guantes de algodón negro los guardias de tráfico.
Él era mi Norte, mi Sur, mi Este, mi Oeste,
Mi
semana laboral y mi domingo de descanso,
Mi
mediodía, mi noche, mi charla, mi canción;
Pensé
que el amor sería eterno: estaba equivocado.
Las estrellas no son bienvenidas ahora: quitadlas todas;
Empaquetad
la Luna y desmantelad el Sol;
Vaciad
el océano y barred el bosque.
Pues
nada ahora, nada, puede traer ninguna gracia.
Versión de Juan Bay