Verano y humo
Ya sabemos lo que cuesta
vencer la resistencia tenaz
de dos piernas unidas
el
sabor
de algún aliento amargó el aire
de madrugada en nuestras fauces
y el cuerpo resultó torpe al despertar
o se quejó triste por un frío olvidado
y sin embargo
más de una vez se nos otoñizan los árboles,
brilla la calle bajo la lluvia amarilla,
damos lumbre a un paseante solitario
por el puerto
y
silbamos una melodía
ramplona, ya tarde, cuando los veleros
mienten puertos ansiados y el aire
salino no pregunta
¿quién,
quién no teme perder lo que no ama?
Ya sabemos lo que cuesta
vencer la resistencia tenaz
de dos piernas unidas
de algún aliento amargó el aire
de madrugada en nuestras fauces
y el cuerpo resultó torpe al despertar
o se quejó triste por un frío olvidado
y sin embargo
más de una vez se nos otoñizan los árboles,
brilla la calle bajo la lluvia amarilla,
damos lumbre a un paseante solitario
por el puerto
ramplona, ya tarde, cuando los veleros
mienten puertos ansiados y el aire
salino no pregunta
quién no teme perder lo que no ama?
Manuel Vázquez Montalbán