A child said What
is the grass? fetching
it to me with full hands;
How could I answer the child? I do not know
what it is any more than he.
I guess it must be the flag of my
disposition, out of hopeful green stuff woven.
Or I guess it is the handkerchief of the
Lord,
A scented gift and remembrancer designedly
dropt,
Bearing the owner’s name someway in the
corners, that we may see and remark, and say Whose?
Or I guess the grass is itself a child, the
produced babe of the vegetation.
Or I guess it is a uniform hieroglyphic,
And it means, Sprouting alike in broad
zones and narrow zones,
Growing among black folks as among white,
Kanuck, Tuckahoe, Congressman, Cuff, I give
them the same, I receive them the same.
And now it seems to me the beautiful uncut
hair of graves.
Tenderly will I use you curling grass,
It may be you transpire from the breasts of
young men,
It may be if I had known them I would have
loved them,
It may be you are from old people, or from
offspring taken soon out of their mothers’ laps,
And here you are the mothers’ laps.
This grass is very dark to be from the
white heads of old mothers,
Darker than the colorless beards of old
men,
Dark to come from under the faint red roofs
of mouths.
O I perceive after all so many uttering
tongues,
And I perceive they do not come from the
roofs of mouths for nothing.
I wish I could translate the hints about
the dead young men and women,
And the hints about old men and mothers,
and the offspring taken soon out of their laps.
What do you think has become of the young
and old men?
And what do you think has become of the
women and children?
They are alive and well somewhere,
The smallest sprout shows there is really
no death,
And if ever there was it led forward life,
and does not wait at the end to arrest it,
And ceas’d the moment life appear’d.
All goes onward and outward, nothing
collapses,
And to die is different from what any one
supposed, and luckier.
Walt Whitman,
1855
Un niño me
preguntó: ¿Qué es la hierba?, trayéndola
a manos llenas,
¿Cómo podría contestarle? Yo tampoco lo sé.
Sospecho que es la bandera de mi carácter tejida con esperanzada tela verde.
O el pañuelo de Dios,
Una prenda fragante dejada caer a propósito,
Con el nombre del dueño en alguna punta, para que lo veamos y lo notemos y nos
preguntemos, ¿de quién?
O sospecho que la hierba misma es un niño, el recién nacido de la tierra.
O un jeroglífico uniforme,
Que significa: crezco por igual en las regiones vastas y en las estrechas,
Crezco por igual entre los negros y los blancos,
Canadiense, piel roja, senador, inmigrante, a todos me entrego y a todos los
recibo.
Y ahora se me figura que es la cabellera suelta y hermosa de las tumbas.
Te usaré con ternura, hierba curva.
Acaso hayas brotado del pecho de los jóvenes,
Acaso, si estuvieran aquí, yo los amaría,
Acaso hayas brotado de los ancianos, o de niños arrancados del regazo de la
madre,
Y ahora eres el regazo de la madre.
Esta hierba es demasiado oscura para haber brotado de los cabellos blancos de
las madres ancianas,
Más oscura que las descoloridas barbas de los ancianos,
Demasiado oscura para haber brotado de sus pálidos paladares.
¡Ah! Percibo al fin otras tantas lenguas que hablan,
Y comprendo
que no han nacido en vano de esos paladares y de esas bocas.
Querría traducir las insinuaciones sobre los muchachos y las muchachas muertas,
Y las insinuaciones sobre los ancianos y las
madres y de los niños arrebatados de sus
regazos.
¿Qué piensas que ha sido de los jóvenes y de los ancianos?
¿Qué piensas que ha sido de las mujeres y de los niños?
Están sanos y buenos en algún lado,
El retoño más débil prueba que no existe la muerte,
Y que si alguna vez existió lo hizo para impulsar la vida, y no espera que lo
destruya el fin,
Y no ha cesado en el momento que surgió la vida.
Todo progresa y se dilata, nada se viene abajo,
Y morir es algo distinto de lo que muchos supusieron, y de mejor augurio.
Traducción de Jorge Luis Borges.
Y aquí el trocito de Six feet under donde lo citan.