La retirada de la selección de Juan Carlos Navarro ha marcado las últimas horas de la competición. Es normal por el tremendo impacto que ha tenido en nuestro básket desde el fantástico campeonato del mundo junior ganado en Lisboa. Mucha admiración por un jugador sin un gran físico pero con una gran técnica y que fue capaz de marcar diferencias durante muchos años al máximo nivel. La gran generación del 80 —aunque parece que Pau aún no ha dicho su última palabra— está llegando al final del camino. Es ley de vida, como ha dicho el propio Navarro. Su impulso a nuestro baloncesto es muy grande y creo que va a servir para que los que vienen detrás, aunque con menos talento, sigan en una buena línea competitiva en el futuro. Sin ellos seguramente la selección será menos favorita. Entonces se verá todavía mejor el tremendo legado que deja la mejor generación de nuestra historia.