El humor, ese intangible.
Si me daba vueltas la cabeza, tendía a sospechar,
por mi inclinación a lo terrible, cualquier fatalidad.
Podía no ser nada y podía ser un cáncer,
tenía el alma en vilo por el miedo a la desgracia.
Pero el cirujano de guardia resultó ser tan atractivo,
me curó de todos los males y se convirtió en mi marido.
Hay que ver qué difícil es
adivinar lo que nos depara el porvenir.
Hay que ver qué tonta he sido siempre, qué le vamos a hacer.
Pronto descubrí que el matrimonio no me iba a hacer feliz.
El iba presumiendo de sus infidelidades
y, en las dificultades, yo más sola que la una.
Pero fue en mi lecho de muerte que me percaté de mi suerte,
ahora voy camino del cielo donde ya no volveré a verte.
Hay que ver qué difícil es
adivinar lo que nos depara el porvenir.
¿Has pensando alguna vez las vueltas que da el mundo?
Nadie sabe en qué consiste eso de la suerte.
Suerte, azar, casualidades, siempre estáis en mis oraciones.
Cruzo calles y avenidas
y nunca me encuentro bien.
Lo que tengo ya no lo quiero,
lo que quiero lo he vuelto a perder.
Otra vuelta de tuerca, otro fallo, otra despedida,
y son muchas, 5 tal vez.
No consigo saber lo que he hecho, qué es lo que les pasa,
Dios mío, ¿qué voy a hacer?
Voy a comprarme un libro
que me diga que hago mal.
O mejor meterme en el cine
y llorar y llorar hasta el final.
Otro fin de semana sin nada que valga la pena,
y la pena la conozco bien.
No consigo encontrarme y tampoco sé bien si es muy tarde,
sólo sé que esta vez no voy a caer.