su voz

Dormida como una ausencia latente. Así tenía yo a Isabel. Le escribí, me escribió y me inundé de ella, como siempre, como desde que la conocí en un lugar romo y huero donde resplandecía junto con otro fanal que también ha iluminado en ocasiones este cuaderno.
Me aplaca la ausencia su voz. O me la enardece.

Si te esfuerzas puedes desaparecer

hoy he visto al vasco en correos
delgadísimo, cansado, sin duchar

mientras su chica sacaba número
él ha apoyado los brazos en el mostrador
y la cabeza en los brazos

ahora es el típico perro flauta
pero sin flauta

siempre pensé que el vasco era vasco
no sé cómo no caí antes en que era su apellido
porque su hermana estaba en mi clase

pensaba que el vasco estaría muerto

una vez robó un examen de matemáticas
y lo vendió por 200 pesetas a uno de mi clase

también lo he visto vendiendo mecheros y kleenex

aunque no le compren nada
nunca insulta, siempre sonríe
conserva su gesto de niño travieso
a pesar de tanta mala vida y tanta mugre

es guapo el vasco

la última vez que los vi
su chica estaba embarazada

ahora tienen perro