hiperglucemia vespertina de domingo



 


No debí saber quién eras,
no debí contar mis penas.
Noviembre es siempre triste
y tú viniste proponiendo guerras.

Qué cosas se te ocurren, tú siempre tan concreta:
y si volvemos a empezar, ¿qué tal?
Yo sin saber dónde mirar, … y tú tan guapa.

Ya verás cómo me olvidas,
y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría,
y me dices que lo nuestro no era lo que merecías,
seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida.

Que yo te vi primero, sobraba lo demás y cuando menos debo
te vuelves a cruzar, se cae el mundo al suelo,
que tengo lo que tengo, debo lo que debo y quiero lo que quiero.

Como si no hubiera pasado el tiempo y fuera ayer,
voy a acercarme lento esta vez, yo ya sabiendo que te irás,
… y tú tan guapa.

Ya verás cómo me olvidas,
y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría,
y me dices que lo nuestro no era lo que merecías
seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida.

la grandeza no entiende de límites

con la belleza no se come: manual de contradicciones

Así parece

Acusado por los críticos literarios de realista,
mis parientes en cambio me atribuyen
el defecto contrario;
                      afirman que no tengo
sentido alguno de la realidad.
Soy para ellos, sin duda, un funesto espectáculo:
analistas de textos, parientes de provincias,
he defraudado a todos, por lo visto;
¡qué le vamos a hacer!

Citaré algunos casos:

Ciertas tías devotas no pueden contenerse,
y lloran al mirarme.
Otras mucho más tímidas me hacen arroz con leche,
como cuando era niño,
y sonríen contritas, y me dicen:
                                 qué alto,
si te viese tu padre...,
y se quedan suspensas, sin saber qué añadir.

Sin embargo, no ignoro
que sus ambiguos gestos
disimulan
una sincera compasión irremediable
que brilla húmedamente en sus miradas
y en sus piadosos dientes postizos de conejo.

Y no sólo son ellas.

En las noches,
mi anciana tía Clotilde regresa de la tumba
para agitar ante mi rostro sus manos sarmentosas
y repetir con tono admonitorio:
¡Con la belleza no se come! ¿Qué piensas que es la vida?
Por su parte,
mi madre ya difunta, con voz delgada y triste,
augura un lamentable final de mi existencia:
manicomios, asilos, calvicie, blenorragia.

Yo no sé qué decirles, y ellas
vuelven a su silencio.
Lo mismo, igual que entonces.
Como cuando era niño.
                      Parece
que no ha pasado la muerte por nosotros.

Ángel González

blenorragia.
(Del gr. βλννος 'mucosidad' y -rragia).
1. f. Med. Flujo mucoso ocasionado por la inflamación de una membrana, principalmente de la uretra. Se usa casi exclusivamente refiriéndose a la uretritis gonocócica.

la tres y la ocho

Esta entrada se irá completando por partes; así que de momento, esto, que no es poco:

la pregunta es adónde

La viruta

De unos años a esta parte veo una viruta de luz
a la altura de la fosa izquierda entre la aleta
de la nariz y el ojo, de repente
parece obsesión pero no es obsesión, le hablo
y vuela, por el fulgor
es como un cuchillo. No, no es mariposa, tiene algo
de mariposa pero no es mariposa.

Se instala ahí y duerme, por horas
vibra como cítara, entonces
es cuando recurro al espejo. -A ver, espejo,
le digo, discutamos
esto de la mancha fosfórica. Se ríe el espejo,
me hace un guiño y se ríe el espejo.

Son las privaciones, todo tiene que ver con las privaciones.
Al año de nacer, ya uno quiere irse, la pregunta es adónde
y ahí mismo empieza el juego
de la traslación. Quiero que este ojo sea mano,
patalea uno, pero que no sólo sea mano, que sea aire, eso es
lo que quiero, ser de aire. ¿Cómo el agua
que está en las nubes es de aire?

Así es como se explica la viruta, es que no hay vejez, no
puede haber vejez, venimos llegando.
Donde llegamos, a la hora que sea, venimos llegando.
Cuando lo apostamos todo y lo perdemos venimos llegando.
Al amar, al engendrar venimos llegando, al morir
escalera abajo venimos llegando.

Todo eso sin insistir en la persona, ¿qué es la persona?
¿Quién ha visto a la persona? Claro, hay una cama
y alguien durmió ahí, un poco
de sangre en la ventana, un hoyo
en los vidrios y a un metro, en su letargo, el espejo: el gran espejo
que no tiene reflejo.


Gonzalo Rojas

los ojos de Alejandra

Alejandra aborda un tema parcialmente similar en fondo y forma al de Juan Ramón de ayer. Y aquí no me gustaría quitar tres, ni dos ni uno:

Y sin ira
y sin hora
sin ahora
sin orar
sin arar en la memoria
sin errar en el pasaje de la noche del amor
y del amor a su espera

y nos iremos en un corazón abandonado
y nos iremos en el espacio abierto de tu mirada.

y nos iremos en un corazón que espera
amarrado al borde de un precipicio
no dibujar el itinerario
no usar la pluma
sino cuando hablen los pájaros
nada prever
para que nada no venga
y nos iremos como se va la oscuridad
en la madrugada de las plegarias infantiles.

felicidad de nuestros ojos
ávidos de peligros naturales
será como quien silba junto a un lago
silba el hecho de silbar
o canta el hecho de cantar
(una embarcación de papel atraviesa mi garganta
adentro vogan dos niños mendigos
andrajos audaces para despistar al viento
a la brújula al designio de la noche).



Alejandra Pizarnik

Me gustan sus ojos aunque me duelan. Sus dos puntos negros abismados hacia dentro y hacia fuera. Sus ojos como una Santa Faz del interior de su frontal; ¿o no es ahí donde se ubica el asunto? Pero de las fotos que voy viendo suyas, hoy elegiré una donde el abismo no esté tan presente, donde primen otros elementos, la línea del cuello, la patilla pegada del pelo corto, el arco superciliar, la línea de la nariz, el mentón, la boca sosteniendo el equilibrio imposible. De Julio no diré nada; tampoco de su mano izquierda.


Yo hubiera  deseado conocer a Alejandra; no estar donde Julio, porque ese lugar no habría podido desempeñarlo. Conocerla, aunque ocurriera como con sus ojos ahora.

Por cierto:

abismar.
1. tr. Hundir en un abismo. U. t. c. prnl.
2. tr. Confundir, abatir. U. t. c. prnl.
3. prnl. Entregarse del todo a la contemplación, al dolor,etc.
4. prnl. Am. sorprenderse (‖ conmoverse con algo imprevisto o raro).