compraventa de ruidos usados

Me, nos encanta cuando José Ángel suelta las plumas, las carrozas, los caballos, las guirnaldas, los esclavos nubios y las beldades.

ARTE DE LA POESÍA

Implacable desprecio por el arte
de la poesía como vómito inane
del imberbe del alma
que inflama su pasión desconsolada
de vecinal nodriza con eólicas voces.
Implacable desdén por el que llena
de rotundas palabras, congeladas y grasas,
el embudo vacío.
Por el meditador falaz de la nuez foradada,
por el que escribe ¡ay! y se pone peana,
por el decimonónico, el pajizo, el superfluo, el obvio,
por el que anda aún entre seres y nadas
flatulentos y obscenos,
por el tonto tenaz,
por el enano,
por el viejo poeta que no sabe
suicidarse a tiempo debajo de su mesa,
por el confesional,
por el patético,
por el llamado, en fin, al gran negocio,
y por el arte de la poesía ejercido a deshora
como una compraventa de ruidos usados.

José Ángel Valente

el olvido de los ritos

Ardieron las hogueras en una noche húmeda y viscosa. La ciudad era un campo de batalla hediondo y zafio y el fuego se extendió hasta casi el alba. En el día después, imperfecto silencio y la misma humedad. Sin ahogarnos.
Olvidé quemar algo, ritualizar. Error.

XI

Rodajas de limón

zumos de sol, cálido
verano, se digieren
algas
lentas como ahogados, ya
aprendimos el lenguaje
del jukebox, del amor
fox y sobre todo trot, lento
vivo
adagio corazón
caballo
loco, triste se desploma el cuerpo
como en un poema sentimental
o de los otros

¿qué importa ya
el lento rodar de las naranjas,
los senos, los obuses, la bomba,
las cabezas
si canta Paul Anka
la antigua historia de Young Alone?

también lo fuimos
y tal vez por eso
Madre Coraje lleve bikini, cante
espuma sobre el ski acuático
frente a la amenazadora verga
de fabriles chimeneas y cañones
bajo el útero atómico de un B-27
preferible que nos despierten
las sirenas
preferiblemente que húmedamente nos ahoguemos.

Manuel V. Montalbán