la noche afuera

Idilio en el café

Ahora me pregunto si es que toda la vida
hemos estado aquí. Pongo, ahora mismo,
la mano ante los ojos —qué latido
de la sangre en los párpados— y el vello
inmenso se confunde, silencioso,
a la mirada. Pesan las pestañas.

No sé bien de qué hablo. ¿Quiénes son, 
rostros vagos nadando como en un agua pálida, 
éstos aquí sentados, con nosotros vivientes? 
La tarde nos empuja a ciertos bares 
o entre cansados hombres en pijama.

Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio 
arriba, más arriba, mucho más que las luces 
que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados. 
Queda también silencio entre nosotros, 
silencio

             y este beso igual que un largo túnel.


Jaime Gil de Biedma

falda


como un tornado que pasara lentamente
la vida esparció los objetos por las cuatro
esquinas de este mapa objetos

de escaso valor souvenirs bolígrafos gastados
transistores sin pilas y prendas prendas como esa falda

tirada por el suelo
recuerdo el día que la compraste ¿qué es esto? no
no voy a ponérmela es demasiado corta cien mil veces

en cócteles en verbenas en domingos estúpidos en casa
bailando para ti sólo para ti cien mil veces me la puse
sin bragas sin nada debajo como tú me pedías y ahora ves

tirada por el suelo
se la pone luisa para jugar con las amigas

si vieras cómo ha crecido en pocos meses

Pablo García Casado