artesa

(De or. inc.).

1. f. Cajón cuadrilongo, por lo común de madera, que por sus cuatro lados va angostando hacia el fondo. Sirve para amasar el pan y para otros usos.

bioenergética y sistémica

Cuerpo vencido

Qué tristeza en tu cuerpo vencido
mira a los ojos,
qué látigos de la noche
en el aire escondidos,
qué tormenta empaña
tu cansancio y mi desasosiego,
qué verdad nos espera
en el charco del otoño,
qué prudencia o mentira
nos regalará el invierno,
qué tallada certidumbre
cuando vuelva otra vez la primavera,
qué tristeza de mi cuerpo vencido
mira en la boca,
qué palabra puede encerrar
este rumor de penumbra
en alas de la muerte,
qué hago yo para que estés bien,
qué remedio esperas.

Mi pasado en una caja de cartón

Mi pasado en una caja de cartón,
el destino es origen
el presente confusión
y el futuro no existe:
la mitad de la vida para abrir la caja,
la otra mitad para cerrarla.

Ambos de Marina Oroza en Así quiero morir un día.

Economic consequences of the peace

Yo, para decirlo como Keynes

(ya que soy pobre pero ilustrado),

siempre he padecido

de preferencia de liquidez.

No sólo por atesorar (lo que no tengo),

sino porque compenso las carencias

con líquidos que bebo (el alcohol,

tu saliva, una pequeña música)

al instante. Prodigios

estos (de la licuefacción),

que vierten su cristalina

liquidez sin demoras,

sin tasa, no como el gozo

de contar (invisibles) peluconas

en noches sin alcohol, sin música,

sin boca,

en noches no desmelenadas, calvas

como la paz del mísero

que, para licuar sus deudas

consigo mismo, a su propio

crédito se concede de soñarse

avaro.


¡Oh tacto del billete astroso!,

remedo de caricia, indicio

de una noble pasión

de Dioses, consentimiento

de la virtud vergonzante,

vergüenza

del que nunca supo ganar

el cáliz que no vierte. Y sí este cáliz

que rezuma

la hiel de abejita laboriosa

la fálica nostalgia del lingote,

los rencores mensuales del empleado

en los placeres

mediocremente líquidos,

que excluyen

beber el oro y escupir ginebra.


¡Quién pudiera no amar lo que desprecia!


Juan García Hortelano, en La incomprensión del comercio.


El título del poema está tomado del de un libro de Keynes. Aquí hay dos (uno más uno) artículos sobre Juan, muy ilustrativos.

Fronteras, bordes, límites: ensayo acerca de la dificultad de aceptación y la atracción de la interfaz.



A veces sopla un viento triste y frío
Los día son igual que una condena
De noche se oyen voces que murmuran
Un nombre donde solo hay silencio

Si cruzas por aquí, sé precavido
Si alguien te sale al paso, no le des la espalda
Es bueno hallar con quien hablar a veces
Pero es mejor callar cuando es preciso

No sueñes con el final del camino
Pues ya, maldita sea, otros aguardan
Para tomar su parte y ganarte
La mano sin moverse del sitio.

La vida en la frontera no espera
Es todo lo que debes saber.

Hay hombres con mirada que fulminan
Como el rayo penetra en carne viva
Si matas, generas un espectro
Que siempre ya persigue y acecha

Bailan las mujeres en la hoguera
Desnudas, con el rostro cubierto
Aquella que concibe tu hijo también
Acaba con las voces de lo incierto en ti

Si tienes que jugártelo a una carta
Ve de cara al decir tu palabra
Pero antes de que el eco la repita
Dios y el Diablo te ayuden a estar lejos.

La vida en la frontera no espera
Es todo lo que debes saber.