(...) derraman lágrimas recordando juegos de niños protagonizados por la pólvora...
Jon lo clavó. Con un solo día le bastó para verlo, no con lo ojos. Yo dispuse de dos días: el del 8.5 y el del 11. También, como él, lo vi desde el primer día: aquello era una comunión, un ritual oficiado por una sacerdotisa mayor. Hoy ya todo acabó y comienzan los fuegos artificiales por la noche. La resaca de esta última semana va a ser de aúpa. De la entrada de lo ocurrido hace siete días a la de ahora han pasado años, siglos.
A Antonio, a todo esto el artífice del milagro, habría que sacarlo en carroza. Los demás estaríamos encantados de formar parte de su séquito.