Cantico delle creature

Recibí un correo. Amigos que se ven poco. Las distancias no siempre son geográficas. De él extraigo esta gema:

[...] Me come por dentro un sentimiento de hipocresía y mi única rebelión es seguir sin rezar con los alumnos por las mañanas (el credo, el padre nuestro, el avemaría...). Les leo pedacitos de Whitman, divagamos sobre el origen del mundo a partir de la misión Rosetta, proyecto videos [...];
no sé cuánto me durará, y si no tuviese más remedio... comenzaría por el Cántico de las criaturas versión de Felipe Camino Galicia de la Rosa.

Pues ahí va lo que creó San Francisco de Asís, en versión hispana exiliada, allá por el 1224, cuando estaba bien enfermo. Nada como la enfermedad no inhabilitante para la creación:

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, 
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
 
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
 
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor, 
y en especial loado por el hermano sol,
 
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
 
y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor, 
y las estrellas claras, que tu poder creó,
 
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
 
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor, 
que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor!
 
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
 
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición, 
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
 
las hierbas y los frutos y flores de color,
 
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor 
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
 
porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor! 
Ningún viviente escapa de su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!


¡No probarán la muerte de la condenación! 
Servidle con ternura y humilde corazón.
 
Agradeced sus dones, cantad su creación.
 
Las criaturas todas, load a mi Señor.

la memoria del cuerpo

El amigo Kavafis, a lo suyo, que decíamos el otro día:

Recuerda, cuerpo, no sólo cuánto se te amó,
no solo los lechos donde estuviste echado,
más también aquellos deseos que, por ti,
en miradas brillaron claramente
y en la voz se estremecieron –y que un
obstáculo fortuito los frustró.
Ahora que todo se halla en el pasado,
parece casi que a los deseos
aquellos te hubieras entregado –cómo brillaban,
recuerda, en los ojos que te miraban;
cómo en la voz por ti se estremecían,
recuerda, cuerpo.

Versión de César Conti

Cuerpo, recuerda no solamente cuánto fuiste amado,
no solo los lechos en que te acostaste,
sino también aquellos deseos que por ti
brillaban en los ojos manifiestamente,
y temblaban en la voz; y algún
obstáculo casual los hizo vanos.
Ahora que todo ya está en el pasado,
parece casi como si a los deseos
aquellos te hubieses entregado; cómo brillaban,
recuerda, en los ojos que te miraban;
cómo temblaban en la voz, por ti, recuerda, cuerpo.


De esta última versión desconozco la autoría.

en busca de febrero

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás,
su refugiada bóveda de sueños,
luces intermitentes como conversaciones,
letreros encendidos en la brisa,
que no son el destino,
pero que están escritos encima de nosotros.

Ya sé que tus palabras no tendrán
ese tono lujoso, que los aires
inquietos de tu pelo
guardarán la nostalgia artificial
del sótano sin luz donde me esperas,
y que, por fin, mañana
al despertarte,
entre olvidos a medias y detalles
sacados de contexto,
tendrás piedad o miedo de ti misma,
vergüenza o dignidad, incertidumbre
y acaso el lujurioso malestar,
el golpe que nos dejan
las historias contadas una noche de insomnio.

Pero también sabemos que sería
peor y más costoso
llevárselas a casa, no esconder su cadáver
en el humo de un bar.

Yo vengo sin idiomas desde mi soledad,
y sin idiomas voy hacia la tuya.
No hay nada que decir,
                      pero supongo
que hablaremos desnudos sobre esto,
algo después, quitándole importancia,
avivando los ritmos del pasado,
las cosas que están lejos
y que ya no nos duelen. 

Luis García Montero