Un tranvía llamado pureza

La terrible pureza de la nada, la oquedad en el brocal, el abismo circular, denso, oscuro, profundo en su reflejo final de azogue. La insoportable pureza de la forma de la nube, el hipogrifo de algodón nadando sobre el fondo azul de un cielo de mayo. El dolor de la elipse de la hoja, su clorofila estallando en reverberación con un sol vertical, su ángulo de incidencia.

El resto, donde Jon.

algunos regresos


Fin de jornada

Volvía lleno de ruidos,
de vanidad, de gestos, lleno
de quienes nunca guardan bien sus límites,
se trasvasan y caen sobre nosotros
como una sorda lluvia de papel releído
o de ceniza.
            Volvía lleno de ceniza
que me impedía sentarme
u oírme
o llorar.

Volvía luctuoso y solitario
reconociendo apenas con un tacto remoto
las formas familiares del amor.

De un opaco vacío regresaba.
Volvía de palabras
de sospechosa generalidad.

Volvía del azar a mi destino
o regresaba en busca
del llanto o la sonrisa
de un niño o de algo puro
o cierto o semejante
a su propia verdad.

José Angel Valente