Mientras en tu oficina
respiras
Mientras en tu oficina
respiras, bostezas, te abandonas o dictas en tu clase una lección
ante extraños alumnos que fijamente te contemplan,
con sueño aún en la temprana hora;
mientras hablas, mientras gesticulas en el café,
o inmóvil te concentras en la meditación
de tu escritorio, o echado en el hondo diván
repasas lentamente recuerdos de tu vida;
mientras quieto te abismas en la visión de la
llanura interminable,
o mientras escribes una lenta palabra y te recreas
en su dulce sonido, en su amorosa realidad,
caes, estás cayendo hacia atrás por una quebrada
del monte,
estás rodando entre piedras y cardos por la
abrupta pendiente
hacia un barranco en el que corre un río,
rápido como el viento un río corre,
estás herido en la boca, en las manos, el pecho,
sangras por un oído, te despeñas por el farallón
cabeza abajo
con las piernas en abierto compás,
hacia el fondo, ya con los huesos rotos,
crispadas mano y boca, hacia el abismo, abajo,
súbitamente próximo,
escribes la palabra lentamente, te concentras,
murmuras,
en el café discutes, muy despacio sonríes,
adelantas una noble razón,
aduces un adorno, un tejido, un recamado oro,
hablando en la tarima de tu clase desierta,
donde todos están cabeza abajo.
Carlos Bousoño
Der. del ár. hisp. ráqm, y este del ár. clás. raqm 'acción de bordar'.
1. tr. Bordar algo de realce.
Etim. disc.
1. m. Roca alta y tajada que sobresale en el mar y alguna vez en tierra firme.
2. m. crestón (‖ parte de un filón que sobresale del terreno).