EL FANTASMA DE EDNA LIEBERMAN 
Te visitan en la hora
más oscura 
todos tus amores
perdidos. 
El camino de tierra
que conducía al manicomio 
se despliega otra vez
como los ojos 
de Edna Lieberman, 
como sólo podían sus
ojos 
elevarse por encima
de las ciudades 
y brillar. 
Y brillan nuevamente
para ti 
los ojos de Edna 
detrás del aro de
fuego 
que antes era el
camino de tierra, 
la senda que
recorriste de noche, 
ida y vuelta, 
una y otra vez, 
buscándola o acaso 
buscando tu sombra. 
Y despiertas
silenciosamente 
y los ojos de Edna 
están allí. 
Entre la luna y el
aro de fuego, 
leyendo a sus poetas
mexicanos 
favoritos. 
¿ y a Gilberto Owen, 
lo has leído?, 
dicen tus labios sin
sonido, 
dice tu respiración 
y tu sangre que
circula 
como la luz de un
faro. 
Pero son sus ojos el
faro 
que atraviesa tu
silencio. 
Sus ojos que son como el libro 
de geografía ideal: 
los mapas de la
pesadilla pura. 
Y tu sangre ilumina 
los estantes con
libros, las sillas 
con libros, el suelo 
lleno de libros
apilados. 
Pero los ojos de Edna
sólo te buscan a ti. 
Sus ojos son el libro
más buscado. 
Demasiado tarde 
lo has entendido,
pero 
no importa. 
En el sueño vuelves 
a estrechar sus
manos, 
y ya no pides nada.
Roberto Bolaño