C. Kavafis, en versión de Ramón Irigoyen:
el minero de la flor azul
Dos aproximaciones a lo mismo, por aquello de las traducciones. La primera, de aquí. La segunda, de aquí.
En la misma dirección está Novalis cuando dice: “El mundo
ha de ser romantizado.” Pues es ver lo Infinito a través de lo finito y viceversa,
convertir todo en poesía, en resonancia ilimitada: “En cuanto doy un sentido elevado a
lo vulgar, una estimación llena de misterio a lo habitual, a lo conocido la dignidad de lo
desconocido, una luz infinita a lo finito, lo romantizo. Para lo más elevado,
desconocido, místico, infinito, la operación es exactamente contraria –todo se
transforma en logarítmico por ese enlace- recibe una expresión corriente. Filosofía
romántica.”
En uno de los ensayos, fragmentos de su obra, Novalis escribiría: «Cuando a lo que es vulgar le doy un sentido superior, a lo usual una apariencia misteriosa, a lo conocido la dignidad de lo desconocido, a lo finito la apariencia de lo infinito, lo romantizo». [«The Birth of Novalis: Friedrich von Hardenberg’s Journal of 1797, With Selected Letters and Documents», traducciones y edición por Bruce Donehower, State University of New York Press, 2007].
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