Me han traído un regalo de la pérfida Albión de mutua reciprocidad.
Sin desperdicio los de Kissy.
¿Cómo no ser toxicómanos del amor?
Todavía en la cama,
él se pone a hacer café.
La mañana dura poco,
pronto es hora de comer.
Se despierta,
va descalza al comedor,
él le abraza,
un abrazo de esos que le hacen reír.
No apetece cocinar,
mejor dormir.
Por la tarde,
el momento de ponerse a trabajar,
planeando viajes nuevos,
conduciendo entre los dos.
Se despierta,
va descalza al comedor,
él le abraza,
un abrazo de esos que le hacen reír.
No apetece cocinar,
mejor dormir.
Maravilloso final:
(...) o simplemente, como parece, se quedará como una anomalía en esta vida.
Ana, o lo que sabemos de ella, está aquí.