Leyendo Maus, de Art S., tuve la sensación de que
me contaban A para hablarme de B. Indagué en la red, pero no hallé. Lo hablé
con un amigo y sí hallé. Tiempo después se publica MetaMaus, la exégesis final
y mastodóntica del mundo roedor; y en la noticia aparecida en el periódico, leo que
afirma el hijo respecto a su padre:
“No me quería
asemejar en nada a él. Me hice artista porque le parecía algo inútil”, cuenta
Spiegelman.
Nada nuevo, como siempre.