En
el disco Silvio, de 1992, él mismo hace este comentario respecto al tema:
Cuando yo estaba en tercer grado, mi maestra pensaba que yo
era anormal. Oí cómo se lo decía a los padres de una niña, fuera del aula,
aunque me encontraba esperando a que terminara la clase de catecismo. A mí no
me metían en aquella lección porque mi padre lo había prohibido, con la amenaza
de ponerme en otra escuela. La hija de aquellos padres que me miraban con
arrobada piedad, se llamaba Lupe. Era muy buena y aplicada, era la excelencia
anual del colegio y aquel año sus padres estaban preocupados porque sus notas
habían bajado un poquito. Ni sus padres ni la maestra podían saber que Lupe, a
quien yo amaba como un condenado, nos enredábamos en extensas discusiones
espirituales cuyo meollo era la existencia o no de los tres reyes magos. Ella
afirmaba que no existían, que eran nuestros padres, y yo, que no iba a la clase
de religión, lo contrario. Un buen ejemplo de cómo el hábito no hace al monje.
Juego que me regaló un 6 de enero
Soy ciudadano
del amor,
llevo
dogal de belleza,
entre
la hombrera y la cabeza,
entre
rodilla y cinturón.
Haciendo
crítica social
me
perfumé de valiente,
creyeron que era disidente
y no
era más que natural.
Martí
me habló de la amistad,
y creo
en él cada dia,
aunque
la cruda economía
a dado
luz a otra verdad.
El
mundo tiene la razón
puesta
en el pan, en el diario,
ese
señor rudimentario
que
nos dará la absolución.
Ciega,
la vida nueva es
como
un verso al revés,
como
amor por descifrar,
como
un dios en edad de jugar.
Trino,
vete al destino
al
punto que será final,
juega
lo que no jugué
y
canta que aunque sin rey mago
sigo
en pie.
Seguro
estoy requetemal,
debo
sufrir algo extraño,
pues
ni la hiel ni el desengaño
me dan
razón de funeral.
El fin
de siglo trae la sien
cebada
de pudredumbre,
como
invitándome a una lumbre
que
prenderá quien ame bien.
Bendito
el tiempo que me dio
una
canción sin permiso,
bedito
sea el paraíso
algo
infernal, que me parió.
El dia
del Armagedón
no
quiero estar tras la puerta,
sino
soñando bien alerta
donde
esté a salvo de perdón.
Ciega,
la vida nueva es...
dogal.
(Del lat. ducāle, ronzal).
1. m. Cuerda o soga de la cual con un nudo se forma
un lazo para atar las caballerías por el cuello.
2. m. Cuerda para ahorcar a un reo o para algún otro
suplicio.
3. m. Lazada escurridiza con que se comienza la
atadura de dos maderos.