Los primeros diez minutos, de antología.
don Joaquín
Una
de las primeras letras de canción que me aprendí de memoria. Tardío fui.
Y la siguiente, una de las
que más me gustan. Novela negra cheli.
Huyendo del frío busqué en
las rebajas de enero
Y hallé una morena bajita que no estaba mal,
Cansada de tanto esperar el amor verdadero
Le dio por poner un anuncio en la prensa local.
"absténganse brutos y obsesos en busca de orgasmo",
No soy dado a tales excesos, así que escribí,
"te puedo dar todo -añadía- excepto entusiasmo",
Nos vimos tres veces, la cuarta se vino a dormir.
Apenas llegó
Se instaló para siempre en mi vida.
No hay nada mejor
Que encontrar un amor a medida.
Como otras parejas tuvimos historias de celos,
Historias de gritos y besos, de azúcar y sal,
Un piso en atocha no queda tan cerca del cielo
Y yo, la verdad, nunca he sido un amante ideal.
Y contra pronóstico han ido pasando los años,
Tenemos estufa, dos gatos y tele en color,
Si dos no se engañan, mal pueden tener desengaños...
Emociones fuertes? buscadlas en otra canción.
Apenas llegó
Se instaló para siempre en mi vida,
No hay nada mejor
Que encontrar un amor a medida.
Y hallé una morena bajita que no estaba mal,
Cansada de tanto esperar el amor verdadero
Le dio por poner un anuncio en la prensa local.
"absténganse brutos y obsesos en busca de orgasmo",
No soy dado a tales excesos, así que escribí,
"te puedo dar todo -añadía- excepto entusiasmo",
Nos vimos tres veces, la cuarta se vino a dormir.
Apenas llegó
Se instaló para siempre en mi vida.
No hay nada mejor
Que encontrar un amor a medida.
Como otras parejas tuvimos historias de celos,
Historias de gritos y besos, de azúcar y sal,
Un piso en atocha no queda tan cerca del cielo
Y yo, la verdad, nunca he sido un amante ideal.
Y contra pronóstico han ido pasando los años,
Tenemos estufa, dos gatos y tele en color,
Si dos no se engañan, mal pueden tener desengaños...
Emociones fuertes? buscadlas en otra canción.
Apenas llegó
Se instaló para siempre en mi vida,
No hay nada mejor
Que encontrar un amor a medida.
***********
Me adelantó un talón de
setecientas,
más gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino.
Mi último tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso
de la rubia platino.
Yo era un huele-braguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsión y líos de faldas.
Estaba, como buen ex-policía
a sueldo de un pez gordo que sabía
cubrirse las espaldas.
Ninguna zorra vale ese dinero,
pensé, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa.
Cantaba regular, pero movía
el culo con un swing que derretía
el hielo de las copas.
Cuando salió, por fin, del reservado
sentí que las campanas del pasado
repicaban a duelo.
La última vez que oí esa melodía
me recetaron tres años y un día,
más iva en la modelo.
Para jugar al black jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar
con un farol al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos.
Me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.
Los besos que te dan las chicas malas
salen más caros cuando los regalan
y huelen a fracaso,
pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena,
y el caso era un gran caso.
En un bistró, del puerto de Marsella
nos fuimos devorando, entre botella
y botella de oporto:
-los que pusieron precio a mi cabeza-
Le dije exagerando su belleza,
- se habían quedado cortos-
Puede que me estuviera enamorando,
porque antes del café cambié de bando,
de hotel y de sombrero.
Mi viejo puso un cuarto con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero.
Ni siquiera, señores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria.
Disparé al corazón que yo quería,
con premeditación, alevosía
y más pena que gloria.
Para jugar al black jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar
con un farol al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos.
Me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.
Para no ser un cadáver, en el tranvía,
aparte de tener gramática parda
hay que saber, que las faldas, son una lotería;
con luz de gas brilló mi lámpara de Aladino...
me daban diez de los grandes
por el caso de la rubia platino.
más gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino.
Mi último tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso
de la rubia platino.
Yo era un huele-braguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsión y líos de faldas.
Estaba, como buen ex-policía
a sueldo de un pez gordo que sabía
cubrirse las espaldas.
Ninguna zorra vale ese dinero,
pensé, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa.
Cantaba regular, pero movía
el culo con un swing que derretía
el hielo de las copas.
Cuando salió, por fin, del reservado
sentí que las campanas del pasado
repicaban a duelo.
La última vez que oí esa melodía
me recetaron tres años y un día,
más iva en la modelo.
Para jugar al black jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar
con un farol al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos.
Me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.
Los besos que te dan las chicas malas
salen más caros cuando los regalan
y huelen a fracaso,
pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena,
y el caso era un gran caso.
En un bistró, del puerto de Marsella
nos fuimos devorando, entre botella
y botella de oporto:
-los que pusieron precio a mi cabeza-
Le dije exagerando su belleza,
- se habían quedado cortos-
Puede que me estuviera enamorando,
porque antes del café cambié de bando,
de hotel y de sombrero.
Mi viejo puso un cuarto con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero.
Ni siquiera, señores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria.
Disparé al corazón que yo quería,
con premeditación, alevosía
y más pena que gloria.
Para jugar al black jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar
con un farol al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos.
Me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.
Para volver a ser alguien,
en el ambiente,
necesitaba un par de buenos clientes,
algo para mis vicios y un despacho decente,
no dan para comer las putas del barrio chino,
todos los lunes no me encargan el caso
de la rubia platino.
necesitaba un par de buenos clientes,
algo para mis vicios y un despacho decente,
no dan para comer las putas del barrio chino,
todos los lunes no me encargan el caso
de la rubia platino.
Para no ser un cadáver, en el tranvía,
aparte de tener gramática parda
hay que saber, que las faldas, son una lotería;
con luz de gas brilló mi lámpara de Aladino...
me daban diez de los grandes
por el caso de la rubia platino.
in memoriam, querido, ahora que tú y yo
Dialogo de
Ruptura
Para leer a dos voces,
imposible por supuesto.
—No es tanto que ya no sepamos
—Sí, sobre todo eso, no encontrar
—Pero acaso lo hemos buscado desde el día en que
—Tal vez no, y sin embargo cada mañana que
—Puro engaño, llega el momento en que uno se mira como
—Quién sabe, yo todavía
—No basta con quererlo, si además no hay la prueba de
—Ves, de nada vale esa seguridad que
—Cierto, ahora cada uno exige una evidencia frente a
—Como si besarse fuera firmar un descargo, como si mirarse
—Debajo de la ropa ya no espera esa piel que
—No es lo peor, pienso a veces; hay lo otro, las palabras cuando
—O el silencio, que entonces valía como
—Sabíamos abrir la ventana apenas
—Y esa manera de dar vuelta la almohada buscando
—Como un lenguaje de perfumes húmedos que
—Gritabas y gritabas mientras yo
—Caíamos en una misma enceguecida avalancha hasta
—Yo esperaba escuchar eso que siempre
—Y jugar a dormirse entre nudos de sábanas y a veces
—Si habremos insultado entre caricias el despertador que
—Pero era dulce levantarse y competir por la
—Y el primero, empapado, dueño de la toalla seca
—El café y las tostadas, la lista de compras, y eso
—Todo sigue lo mismo, se diría que
—Exactamente igual, sólo que en vez
—Como querer contar un sueño que después de
—Pasar el lápiz sobre una silueta, repetir de memoria algo tan
—Sabiendo al mismo tiempo cómo
—Oh sí, pero esperando casi un encuentro con
—Un poco más de mermelada y de
—Gracias, no tengo
—Sí, sobre todo eso, no encontrar
—Pero acaso lo hemos buscado desde el día en que
—Tal vez no, y sin embargo cada mañana que
—Puro engaño, llega el momento en que uno se mira como
—Quién sabe, yo todavía
—No basta con quererlo, si además no hay la prueba de
—Ves, de nada vale esa seguridad que
—Cierto, ahora cada uno exige una evidencia frente a
—Como si besarse fuera firmar un descargo, como si mirarse
—Debajo de la ropa ya no espera esa piel que
—No es lo peor, pienso a veces; hay lo otro, las palabras cuando
—O el silencio, que entonces valía como
—Sabíamos abrir la ventana apenas
—Y esa manera de dar vuelta la almohada buscando
—Como un lenguaje de perfumes húmedos que
—Gritabas y gritabas mientras yo
—Caíamos en una misma enceguecida avalancha hasta
—Yo esperaba escuchar eso que siempre
—Y jugar a dormirse entre nudos de sábanas y a veces
—Si habremos insultado entre caricias el despertador que
—Pero era dulce levantarse y competir por la
—Y el primero, empapado, dueño de la toalla seca
—El café y las tostadas, la lista de compras, y eso
—Todo sigue lo mismo, se diría que
—Exactamente igual, sólo que en vez
—Como querer contar un sueño que después de
—Pasar el lápiz sobre una silueta, repetir de memoria algo tan
—Sabiendo al mismo tiempo cómo
—Oh sí, pero esperando casi un encuentro con
—Un poco más de mermelada y de
—Gracias, no tengo
Julio Cortázar
Irantzu y la belleza
Ya va alargando el
día un poco. Las siluetas de las montañas eran aún visibles casi a las siete.
Domingo. Fútbol y tambores en el parque.
La música, el
cine, tienen su mitología. Anoche pensaba en mis iconos masculinos y femeninos
en el cine actual. En música, este que escribe tiene en un altar a esta que
canta. La mitificación tiene esas cosas.
Cada día trato de acertar por dónde saldrás.
Eso es tanto como adivinar qué nos va a pasar.
Has estado, hace tiempo, algo raro por momentos.
Me pregunto algo inquieta qué nos va a pasar.
No recuerdo cuándo decayó la conversación
ni el punto en que dices tú que algo cambió.
Sin embargo, mientras tanto, yo me guardo la esperanza
y las cosas que en la plaza nos dijimos hoy.
Ahora que te vas pediré perdón y dirás que no
y estará muy bien, ya sabes por qué.
Yo me esconderé, ahora que te vas
ya no saldré más, dime para qué, si no te voy a ver.
Sin embargo, mientras tanto, yo me guardo la esperanza
y las cosas que en la plaza nos dijimos hoy.
Ahora que te vas pediré perdón y dirás que no
y estará muy bien, ya sabes por qué.
Yo me esconderé, ahora que te vas
ya no saldré más, dime para qué, si no te voy a ver.
Cuando pase el tiempo conocerás a alguien más
y me olvidarás, y es que es lo normal.
Aunque nos dé rabia siempre ocurre igual
y nos esforzarnos en disimular.
Eso es tanto como adivinar qué nos va a pasar.
Has estado, hace tiempo, algo raro por momentos.
Me pregunto algo inquieta qué nos va a pasar.
No recuerdo cuándo decayó la conversación
ni el punto en que dices tú que algo cambió.
Sin embargo, mientras tanto, yo me guardo la esperanza
y las cosas que en la plaza nos dijimos hoy.
Ahora que te vas pediré perdón y dirás que no
y estará muy bien, ya sabes por qué.
Yo me esconderé, ahora que te vas
ya no saldré más, dime para qué, si no te voy a ver.
Sin embargo, mientras tanto, yo me guardo la esperanza
y las cosas que en la plaza nos dijimos hoy.
Ahora que te vas pediré perdón y dirás que no
y estará muy bien, ya sabes por qué.
Yo me esconderé, ahora que te vas
ya no saldré más, dime para qué, si no te voy a ver.
Cuando pase el tiempo conocerás a alguien más
y me olvidarás, y es que es lo normal.
Aunque nos dé rabia siempre ocurre igual
y nos esforzarnos en disimular.
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