Por terminar con el Bourne de Matt Damon, vuelvo a ver la secuela de la trilogía que glosé hace unos días. La trilogía está cerrada y bien cerrada pero Greengrass y Damon se las ingenian para reabrirla por mor de la añoranza, la economía o qué sé yo. Y pierden una oportunidad como no creo que tengan otra. Me molesta no ver la cara B de estos personajes, no ya en esta película, sino en general. Esa cara está mostrada al principio de la película y ahí se queda. Bajos fondos, mugre, gritos, violencia a cambio de unos billetes sucios, las alcantarillas de Europa; un Jason determinado a sobrevivir con las ratas porque sabe que es donde no lo encontraran, salvo Nicky Parsons, maravilloso personaje que regresa en esta entrega y lo perdemos en muy poco tiempo. Y el final, que también me interesa, tiene dos vertientes: una, la resolución de toda la trama, asunto de guion muy bien hecho; la otra, la soledad y la determinación que consiguen, actor y director, mostrar con sólo unos segundos, los de Jason abandonando el parque. Entre ese comienzo sucio y fantástico y ese final breve pero muy bien resuelto, lo de siempre pero sin gracia. Lástima.