Fui a ver esta película que aquí traigo casi sin saber nada de ella y desde el principio no me quité de la cabeza esta otra que, casualmente, por fin había visto hacía poco. Me emocioné relacionando una con la otra -más seca, obligatoriamente, aquella-, hasta las escenas finales, donde mi gozo alcanzó su cenit, pues el homenaje ya es evidente.
La película es abrumadora en lo que cuenta, en su elenco, en su puesta en escena -mastodóntica-. Me sobra la banda sonora -cada vez las soporto menos: ni John Williams ni nada- por barata en la mayor parte de sus pasajes y, como no podía ser de otra manera, pues estamos hablando de Steven S, el rey del almíbar, amén de otros reinados mucho más talentosos, también me sobran algunas cantatas feministas y en pro de la libertad de expresión demasiado evidentes. Que S. S. no es un genio a la hora de lo implícito lo tenemos claro ya a estas alturas, qué le vamos a hacer. Por otra parte, las actuaciones son, dado el material con el que trabaja, un lujo. En cabeza, la Meryl, muy fuera de lo normal, como en otra galaxia.
Lo de los papeles es un disparate cósmico; que lo supieran todos los presidentes que fueron pasando por allí y nadie dijera ni mu da una medida de la gravedad del asunto; lo del McNamara da miedo; qué profesional en lo suyo:
McNamara grew increasingly skeptical of the efficacy of committing U.S. soldiers to Vietnam. In 1968, McNamara resigned as Secretary of Defense to become President of the World Bank. He remains the longest serving Secretary of Defense, having remained in office over seven years. He served as President of the World Bank until 1981, shifting the focus of the World Bank towards poverty reduction.
De las críticas que he leído, con la que más coincido es con esta -no con su estilo-.
De las críticas que he leído, con la que más coincido es con esta -no con su estilo-.