la termodinámica de Jesús

Nuestro Jesús se exilia a Canadá. Y en Canadá hace frío, y hay nieve, y la tierra se hiela. y las imágenes que todo ello genera el poeta lo utiliza en medio, imagino, de la desazón del desarraigo, de la extrañeza de una lengua, de un paisaje, de un mundo. Nadie muere de frío/ de distancia, dice en voz alta, como queriendo convencerse, exorcizando su dolor, aferrándose a la inevitable primavera.

Tres poemas breves y una comunicación

1

Está tan frío el mundo
que duele la vida en los ojos

inútil sol que sólo sirves
para hacer que la nieve sea más nieve.


Y sin embargo el agua
aún vive bajo el hielo
donde el agua se defiende de ser hielo

la hierba está esperando
abrigada del frío por el frío.

3

Nadie muere de frío
de distancia

como los árboles déjate
helar para guardar la vida dura-
mente mientras la vida es dura y fría

las yemas de los dedos de los árboles
no han perdido el color de la esperanza.

4

Si llamas
al bosque
por teléfono
lo cogerá el invierno
seguramente

pero si vas
al bosque
en invierno
hablarás con los árboles
directamente
sobre la inevitable
primavera.

Jesús López Pacheco

Wols

De 1913 en Berlín a 1951 en París. Principio y fin de recorrido en esa Europa antológica, probablemente sin parangón histórico. No tengo los suficientes conocimientos para  irme a la aseveración, pero me da que en ningún momento de la historia, al menos en Europa, ocurrió tanto y con tanta densidad. Y claro, los raros tenían que aparecer por algún resquicio. Los extraños hasta de sí mismos, los que no se reconocían en los grandes movimientos y tampoco eran asimilados por ellos. Los perimetrales. Murió pronto, de un forma un tanto esperpéntica, después de haberse bebido el agua de los floreros y de nadar en la pobreza durante años. El reconocimiento público, aún minoritario, a posteriori.
Una historia, aunque no frecuente, nada nueva.
La fotografía de la figura masculina es un autorretrato, allá por 1932.

aprobó en septiembre

marineros

Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar,
y se metió a jardinero.
Estaba el jardín en flor,
y el jardinero se fue
por esos mares de Dios.

Antonio Machado