la boda

Vuelvo a don Francisco, a Leocadia, a Rosarillo, al saturnismo, a las paredes de su quinta. Se me pasan las horas con él, sus circunstancias y su obra. Esta vez me asomo con detenimiento al cartón de un tapiz, antes de que la salud empezara a torcérsele. Es extraño el cartón: esos colores contando lo que cuenta; quizás esa era la gracia, el contraste entre la escena y  el amable contexto de fondo.
La visión que permite la página del museo de El Prado es una barbaridad.


There's really only one jazz singer—only one:

Qué bicharraco, por dios, en aquel Berlín del este aún sin abrir. Lo que hubiera dado por presenciarlo en directo.

once upon a summertime

Por hoy no será igual y no pondré la letra, tan ñoña y azucarada, tan almibarada como casi todas las letras de amor de estos clásicos. Tan certeras y afinadas bajo su capa de sacarosa.
Yo sé que me amaste once upon a time a summertime, creo que podría decir casi  todo el mundo. Y que robábamos besos en cada café. Y que eras dulce, tanto o más que las flores que veíamos abrirse por las mañanas. Y que llega el invierno, y que pasará, y que el verano volverá y un día como aquel, de nuevo en verano, me vendrán estos recuerdos. Yo lo sé.

Aún no amanece en las islas del Atlántico.