el gasto en la espesura

Música de fondo

Llega el momento de decir la palabra
y se la deja caer, se la apremia
a transitar entre los labios,
anclada ya en sus límites de tiempo.
La palabra se funda a ella misma, suena
allá en la soledad de quien la dice
y puja poco a poco hasta nacer
y antes es nada y sólo una ansiedad
la hace constancia de algo irrepetible.

Súbitamente esa palabra aumenta
el vértigo ritual de la memoria,
boga sobre los hombres que la escuchan,
gira anhelante entre vislumbres
y se alza más y más y se estaciona, pule
sus bordes balbucidos, se nivela entre sueños.

Después inicia su holocausto.
Función de amor o de vileza,
la palabra se gasta en la espesura,
puebla sus márgenes de brozas,
se torna vana, amago de un aliento,
oscuridad final y sin sentido.

Está cayendo ya hecha pedazos.
Rescoldos fugitivos, restos
de fuegos ilusorios, flota y flota
sobre las intenciones preteridas,
entre el silencio de las conjeturas.

Es nada la palabra que se dijo
(no importa que se escriba para
querer salvarla), es nada y lo fue todo:
la música del mundo y su apariencia.

José Manuel Caballero Bonald

Me encontré con él a mi lado hace unas semanas viendo esta exposición monumental. Me puse tan nervioso. Y tan contento.

preterir
Del lat. praeterīre 'pasar adelante'.
Conjug. c. pedir.
U. solo las formas cuya desinencia empieza por -i.
1. tr. Hacer caso omiso de alguien o algo.
2. tr. Der. Omitir en la institución de herederos a los que son
forzosos, sin desheredarlos expresamente en el testamento.

transatlántico

Aporto como siempre con esta señora la versión castellana y la inglesa. Con sorna diría que parecen darle la razón al poema, porque desde luego no son la misma. Desconozco la autoría de las traducciones.

Cruzó el vasto océano, por cierto.

Nada dos veces

Nada ocurre dos veces
y nunca ocurrirá.
Nacimos sin experiencia,
moriremos sin rutina.

Aunque fuéramos los alumnos
más torpes en la escuela del mundo,
nunca más repasaremos
ningún verano o invierno.

Ningún día se repite,
no hay dos noches iguales,
dos besos que dieran lo mismo,
dos miradas en los mismos ojos.

Ayer alguien pronunciaba
tu nombre en mi presencia,
como si de repente cayera
una rosa por la ventana abierta.

Hoy, cuando estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Es flor? ¿O tal vez piedra?

¿Y por qué tú, mala hora,
te enredas en un miedo inútil?
Eres, pues estás pasando,
pasarás —es bello esto.

Sonrientes, abrazados,
intentemos encontrarnos,
aunque seamos distintos
como dos gotas de agua.

Nothing twice

Nothing can ever happen twice.
In consequence, the sorry fact is
that we arrive here improvised
and leave without the chance to practice.

Even if there is no one dumber,
if you're the planet's biggest dunce,
you can't repeat the class in summer:
this course is only offered once.

No day copies yesterday,
no two nights will teach what bliss is
in precisely the same way,
with precisely the same kisses.

One day, perhaps some idle tongue
mentions your name by accident:
I feel as if a rose were flung
into the room, all hue and scent.

The next day, though you're here with me,
I can't help looking at the clock:
A rose? A rose? What could that be?
Is it a flower or a rock?

Why do we treat the fleeting day
with so much needless fear and sorrow?
It's in its nature not to stay:
Today is always gone tomorrow.

With smiles and kisses, we prefer
to seek accord beneath our star,
although we're different (we concur)
just as two drops of water are.

Wislawa Szymborska