vaciando

ALFA-2

¿Y si todos fuera nadie?
¿Y si empeñarse en nombrar
sólo fuera complicar la claridad de marcharse?

¿Y para qué señalar
si no hay nada señalable?
¿Y si la luz sólo fuera simplemente un vaciar?

¿Y por qué tanto besarnos?
¿Y por qué tanto mordernos
si ni tú ni yo existimos en esta nada adorable ?

¿Por qué explicar si no hay tiempo?
¿Por qué nombrar? No existimos.
Solo existe hoy este aire de un veintisiete de Junio.

Pero podemos contar:
Trece, doce, once, diez.
Porque es siempre apasionante la cuenta atrás.

No somos uno en otro.
Somos nadie, nada más,
y una anónima luz, y un amor mortal.

Gabriel Celaya

El poema aparece en este libro, maravillosa antología. Aquí está la editorial. Y viene precedido de este apunte:

La nueva Física nos ha enseñado que cuando dos partículas simples se unen, no es para formar una compleja sino para fundirse en una nueva partícula que es también simple y radicalmente distinta de cuanto antes existía. Atengámonos a ello. Evitemos las posibles resonancias humanístico-biológicas. Lo que existe es un colectivo, no una reproducción, ni una suma de partículas aisladas: El amor a todos los niveles: Un conjunto en perpetua interacción.






osadía

El viaje definitivo

... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando, 
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, 
mi espíritu errará nostáljico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco, 
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez

En el colmo del atrevimiento, he de decir que de este poema, que me encanta, quitaría gustosamente casi tres versos enteros, porque para mí estropean lo que había construido previamente. De hecho, y creo que esto empieza a cobrar tintes de anatema, voy a hacer la prueba -que Zenobia me disculpe...-:

... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando, 
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, 
mi espíritu errará nostáljico...
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando.

otra vejez

Estábamos en la jam de los jueves y quisimos abordar un tema de Celtas cortos. Todos sabíamos de cuál hablábamos, pero nadie se sabía la letra y los músicos escasamente los acordes. Quedó en vano intento. Pensé que quería ponerlo en este cuaderno. Me ha venido a la cabeza hace un momento y creo que va a tener función doble, porque además de su valía por sí mismo, también se me antoja que sirve de banda sonora para la anterior entrada.

Por otro lado la voz del Cifu siempre me ha parecido maravillosa para asuntos melancólicos, cuando no desesperados -otro día me lo traigo abordando a Enrique Urquijo en una antológica versión-. Así que, ahí va la música que sonaba en aquellos autopullmans...

La senda del tiempo by Celtas Cortos on Grooveshark

la antigua Checoslovaquia

Iván y Arancha en Praga

Si en la cena se hablaba de la noche
me apuntaba a los planes en que estuvieran ellos:
saberlos entre el grupo
era la vida en orden de una forma inconsciente.
Sus besos adornaban el verano.

Juro que los amé sin yo quererlo,
que no escogí el dolor ni la codicia
ni preguntarme cómo se querrían a solas
o qué significaba yo en sus vidas.

Hay una habitación en un lugar de Praga,
allí se oye un tranvía
y música que llega de los albergues próximos.
Yo pasé tantas horas fumando en ese cuarto,
luego, ¿a quién le interesan las vidas de los otros?

Pero a veces,
cuando el grupo importaba y el alcohol era bueno,
se podía querer sin ser culpables
pues tras cada cerveza sonreía
un confidente.
¡Inmensas,
fugaces amistades en los viajes de jóvenes!:
el amor es la copa que va de mano en mano.

Y ella, te acariciaban
sus ojos indefensos; junto al lago
tuve la quemadura de su brazo en los hombros
y un susurro de arbustos. En él todo
era la adolescencia, y esa voz
salvaje como un fruto o sudar o una isla.

¿Me entendéis? Los amaba
en el deseo inútil
de haber querido ser cualquiera de los dos
en vez de ser yo mismo: ese que mira
como un tonto los rostros, las ventanas,
ese extraño en el reino de su secreto mundo.

Vivir es cruzar ciegos ante puertas cerradas:
cansados de nosotros, muy cansados,
nos describe mejor todo lo que no somos,
y amar es rebelarse, ¡qué intento más idiota!

Adiós, adiós, Praga y los autopullmans,
adiós, besos, adiós, Puente de Carlos,
adiós, islas y ríos y cervezas de Pilsen,
adiós a cualquier brindis
y a todos los amantes del mundo, adiós, adiós.

Que yo me voy al sueño
de los libros que no conoceréis.

A la vuelta, dormidos con las cabezas juntas,
parecían las víctimas de un sangriento holocausto
de risas y jadeos.
Si algún día
me olvidase de todo, de eso no.

José Luis Piquero

Yo también estuve en Praga. También crucé el puente, caminé hacia el castillo, callejeé en la noche solitaria. Yo también volví desde allí en autobús cruzando Europa. También fui joven. Y tampoco olvido. Pese el precio de.