osadía

El viaje definitivo

... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando, 
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, 
mi espíritu errará nostáljico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco, 
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

Juan Ramón Jiménez

En el colmo del atrevimiento, he de decir que de este poema, que me encanta, quitaría gustosamente casi tres versos enteros, porque para mí estropean lo que había construido previamente. De hecho, y creo que esto empieza a cobrar tintes de anatema, voy a hacer la prueba -que Zenobia me disculpe...-:

... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando, 
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, 
mi espíritu errará nostáljico...
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando.

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