el enigma de la belleza

Que Atom conocía Mona Lisa parece evidente. También que debió pensar en que tenía ya la cara B del Joe Hilditch de su cuento de caperucita roja que es El viaje de Felicia. Porque ver a Bob en esta maravilla de Mona Lisa es ver al personaje quiral de aquel de Felicia. De nuevo la marcianez talentosa de Neil, los personajes secundarios maravillosos, los diálogos brillantísimos, metadiálogos en realidad, la marginación y la mirada cariñosa, cómplice, amorosa sobre ella. Alucino con la obra de este director, con ausencia de pose, de modernez, de ego; y con su originalidad, con su querencia para con los arcenes agrietados de las carreteras terciarias de la sociedad occidental.

Aquí hay una crítica con la que coincido que arranca así:

No exagero si digo que Neil Jordan me parece uno de los cineastas activos más interesantes del mundo. Ya sea con vertientes oscuras de cuentos populares (En compañía de lobos), con las crónicas de un vampiro que come ratas (Entrevista con el vampiro) o con su introspección del travestismo (Desayuno en Plutón), siempre demuestra riqueza y heterodoxia en el tratamiento de los temas. No se conforma con que esos temas sean potentes de por sí. Cierto es que un par de excursiones americanas le han salido rana (Dentro de mis sueños, La extraña que hay en ti), pero tenía más que ver con los flojos libretos de los que partía que con su realización. El peculiar modo de desarrollar los temas que maneja, combinando libertina despreocupación por dar respuestas y serio compromiso para con sus personajes, abre siempre puertas. Nunca las cierra.