Una suerte de modorra de media tarde nos lleva a la cama. No hay que preocuparse de la luz que declina una hora prematuramente. Hay un despertar con remoloneo, una conciencia de que el de al lado entró también a medias en la vigilia y una demora en el uso del neocórtex. La siguiente escena es un móvil con un cable del cual salen dos auriculares: uno para tu oreja derecha y otro para la mía izquierda. Suena un tema que repetimos una y otra vez. A cada escucha cambiamos el auricular. A veces una cabeza apoya en un hombro. En alternancia. Visto calzoncillos azules. Tú, bragas blancas y una camisa también blanca y muy ajada. De follar ni hablamos.
No me des a elegir, que prefiero soñar,
no me basta este mundo real.
Dices bien, es verdad que prefiero volar
entre el parpadeo de estrellas de mar.
Déjame imaginar, que me siente a inventar
otra historia de la humanidad.
Déjame ir, visitar otro tiempo y lugar,
vivir fantasías, volar, despegar.
Y después cocinar la costilla de Adán,
y después cocinar la costilla de Adán,
y de cena tendrás tu costilla de Adán.
Y de cena tendrás tu costilla de Adán,
y de cena tendrás tu costilla de Adán,
y de cena tendrás tu costilla de Adán,
y de cena tendrás tu costilla de...