el catolicismo de Polonia

Cuando me quedo sin baloncesto tardo unos días en superar el síndrome de abstinencia, sobre todo si se viene de las finales al unísono de la liga española y la estadounidense. Además, esta vez la española se me quedó corta. Ganó el que yo quería y como yo deseaba, eso sí.
Salió la lista para los próximos Juegos Olímpicos. Con Mike al frente, las opciones son escasas, por no decir nulas. Polonia es lo que tiene. 
Los jugadores que estarán a las órdenes del seleccionador Mike Krzyzewski son, además de Durant y Anthony: Barnes (Golden State), Butler (Chicago), Cousins (Sacramento), DeRozan (Toronto), Paul George (Indiana), Draymond Green (Golden State), Kyrie Irving (Cleveland), DeAndre Jordan (Clippers) y Lowry (Toronto).

Aquí está la noticia. Hasta principios de agosto, a vivir de recuerdos. Cada vez me fascina más si cabe este deporte.

o hilo o cordel; o gordo o muy delgado

Me encantan las fronteras. Aquí ya lo he expresado en otras ocasiones relacionándolo con otros asuntos. Esta vez llega de la mano de una definición. Me quedo adherido a la disyunción.
De paso aporto otras que tenía esperando su turno, las de la efe turbia.
Hoy la temperatura era soportable. Había un aire de julio en el pueblo. Sin el Berlín de principios de los setenta no se entienden en su magnificencia los pueblos de Murcia, fundamentalmente los del interior.

bramante
De brabante.
1. m. Hilo gordo o cordel muy delgado hecho de cáñamoU. t. c. adj.
2. m. brabante.
hilo bramante
1. m. Cordel delgado de cáñamo.

facineroso, sa
Del lat. facinerōsus.
1. adj. Delincuente habitualU. t. c. s.
2. m. y f. Persona malvada o de perversa condición.

faccioso, sa
Del lat. factiōsus.
1. adj. Dicho especialmente de un rebelde armadoQue pertenece a una facciónU. t. c. s.
2. adj. Inquietorevoltosoperturbador de la quietud públicaU. t. c. s.

cosas de poca importancia

¡Qué lástima!

¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima 
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima 
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque..., ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!

Sin embargo...
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!

¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!


León Felipe

los matices de la luz de Javier

De aquel día se me quedó algo pendiente. Es fino el señor Javier, del que sigo sin hallar.
Junio está precioso, previo al calor más burdo de julio que en breve llegará. Otra de finuras.
Los matices de la luz.