El siguiente artículo apareció en El País el 20/12/1980. Iba sin firma.
Se ha presentado en el Ateneo de Madrid la edición facsimilar de la primera época (1921
1923) de la revista La Pluma, y la nueva edición de la segunda época, que ha comenzado a
publicarse en 1980. En el acto intervinieron Julio Caro Baroja, Francisco Giral, Julio Vélez y
Manuel Martínez Azaña. Jorge Guillén envió un escrito, que fue leído, sobre la reencarnación
de la mencionada revista en un ambiente cultural que ha cambiado. Manuel Martínez Azaña,
nieto de Manuel Azaña y miembro destacado del consejo de dirección de la nueva La Pluma,
ha explicado a EL PAIS el sentido de esta publicación, a la vez que la evocado la figura, «de
alguna manera todavía vigente», del que fuera presidente de la República.«En el centenario
de Azaña, mi ilusión era reeditar La Pluma, porque yo desde siempre he considerado que esta
revista era una de las más importantes de entonces, pero no tenía medios. Tuve la suerte de
que, a través de Enrique Montero, la editorial alemana Topos Verlag, que ya ha editado
dieciocho colecciones enteras de otras tantas revistas españolas de la II República, se
interesara por La Pluma. En esta revista se encerraba un gran interés por la cultura, recogido
en las firmas de los intelectuales más famosos de aquel tiempo, que querían romper con el
conformismo y también con un cierto manierismo».
En el ámbito cultural, La Pluma se distingue también, según Manuel Martínez Azaña, por
haber descubierto escritores como ValleInclán, o por haber introducido nombres como Jorge
Guillén (presidente de La Pluma en la segunda época) o como García Lorca. «En el momento
que apareció La Pluma no existía ninguna otra revista de este tipo, por lo que inmediatamente
se convirtió en un refugio para la vocación. literaria en plenitud de independencia. Sólo dos
revistas de tipo vanguardista, Grecia y Ultra, existían entonces. Al desaparecer La Pluma, en
parte porque Azaña se pasó a dirigir la revista España, apareció Revista de Occidente y, más
tarde, La Gaceta Literaria.
Manuel Martínez Azaña cree que La Pluma es una revista irrepetible. «No se quiera ver en
esta segunda época la pretensión de la primera. No renegamos de nuestras raíces, pero no
podemos hacer lo mismo».
«Azaña tuvo una doble vertiente. Fue intelectual y político, pero en esta época se está
recuperando al personaje literario y se está olvidando al político, como si diera miedo hablar
de su condición de republicano. Pero a Azaña no se le puede reivindicar por uno solo de sus
costados, sino que debe hacérsele de cuerpo entero, con sus errores y sus aciertos y
virtudes. Este movimiento de recuperación ha sido también unilateral con otros autores. Por
ejemplo, de Machado, Lorca, Miguel Hernández se ha recuperado en España, sobre todo en
la España del franquismo, lo que se ha querido recuperar».
Para el descendiente de Azaña, la vocación principal del antiguo presidente de la República
era eminentemente política antes que literaria. «Cuando Azaña estaba en La Pluma ya hacía
política.
Yo he tenido la fortuna de que llegue a mis manos un ejemplar de la segunda época, el nº 6 en concreto. Dejo algo de lo que Cortázar propone, asunto peliagudo que enlaza con lo que no es Tintín y la Castafiore. A Julio le quedaba nada para que se le fuera su amada Carol, y otro más nada para irse él.
Por cierto, en el prólogo aparece una palabra que desconocía:
hieródulo, la.
Cuesta comprender y asumir qué nos ha pasado en el tránsito de principios de los ochenta a nuestros días.
A veces me siento Gurb.
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