Los buenos poetas son todos zurdos. Escriban con la mano
que escriban, lo hacen desde el lado imprevisto del mundo y del lenguaje. A
veces desde el lado inexplicable también. En 1990 un ictus paralizó la mitad
derecha del cuerpo de Tomas Tranströmer, afectado de afasia desde entonces. La
paradoja es que en 1974 había escrito estos versos: "Entonces llega el derrame
cerebral: parálisis en el lado derecho / con afasia, solo comprende frases
cortas, dice palabras / inadecuadas". Forman parte de Bálticos, un largo
poema en el que la geología se mezcla con la genealogía.
El resto del artículo, de Javier Rodríguez, del pasado octubre
de 2011, está aquí.
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